El presidente Moon Jae-in habla con funcionarios surcoreanos en la ciudad de Daegu, el 25 de febrero/GETTY

Lecciones de Corea del Sur

El éxito de Corea del Sur ante el Covid-19 se suele resumir en su capacidad para realizar unos 15.000 tests al día para vigilar el virus. Es solo un factor.
Junhyoung Lee y Jorge Tamames
 |  25 de marzo de 2020

A medida que el Covid-19 se extiende desde el este de Asia a Europa y Estados Unidos, surgen contrastes cada vez más nítidos entre los países que han sabido contener la pandemia y los que se encuentran sobrepasados. España es ahora el cuarto país del mundo –y segundo de la Unión Europea– en casos constatados de coronavirus (47.610, y 3.434 fallecidos). Nuestra dificultad para aplanar la famosa curva de contagios contrasta con casos exitosos como el de Corea del Sur. Pese a encontrarse en el vecindario original del virus, el país solo ha experimentado en torno a unos 9.137 contagios y 126 víctimas mortales.

La comparación entre estos países es especialmente útil. A diferencia de vecinos asiáticos que han contenido el virus con éxito, como China o Singapur, Corea del Sur es una democracia liberal. El parentesco con España va más allá: poblaciones similares (47 millones en España, 52 en Corea del Sur), un PIB per capita parecido (28.000 y 30.000 dólares, respectivamente) y una trayectoria de desarrollo que guarda paralelismos: dos economías empobrecidas que despegaron durante la segunda mitad del siglo XX, evitando la trampa de los ingresos medios. El contraste en la gestión del coronavirus, sin embargo, destaca de manera brusca.

El éxito de Corea del Sur se suele resumir en su capacidad para realizar un gran volumen de pruebas (hasta 15.000 al día), lo que permitió reaccionar y monitorizar el virus desde el inicio. Se trata, no obstante, de la punta del iceberg: debajo hay una estrategia que responde a dinámicas sociales, políticas e institucionales desarrolladas durante años. En la que destacan los centros coreanos de control y prevención de enfermedades (KCDC por sus siglas en inglés), puestos a prueba en brotes previos de coronavirus; el liderazgo de una administración que aplicó medidas de confinamiento tajantes, frente al riesgo que suponían las peticiones de la oposición de cerrar las fronteras y una convocatoria electoral en abril; y una combinación de prestaciones tecnológicas e institucionales. Actualmente, el gobierno surcoreano continúa aplicando activamente políticas de distanciamiento social para reducir los contagios y evitar que los focos de infección regionales aumenten. También ha anunciado el lanzamiento de un Green New Deal con el que pretende reducir a cero sus emisiones de carbono en 2050.

 

corEvolución de las muertes debido al Covid-19. Corea del Sur (azul claro) se mantiene por debajo de España (azul oscuro). Fuente: Financial Times

 

Experiencia y simulacros

Un primer factor fue la experiencia conteniendo brotes anteriores de coronavirus, como el síndrome respiratorio agudo grave (SRAG), la gripe porcina (H1N1) y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS). Como señala Alberto Penadés, esta experiencia también parece haber sido clave para la preparación de otros países en la región, como Vietnam, Taiwán y Singapur.

El SRAG, que afectó a la región en 2002 y 2003, fue el primero en exponer cómo un virus puede convertirse en una amenaza grave para la seguridad y economía nacionales. La administración de Roh Moo-hyun diseñó el soporte institucional para establecer sistemas de prevención sistemáticos y exhaustivos. En enero de 2004, los KCDC fueron inaugurados con el fin de realizar una gestión integrada de diferentes brotes de epidemias. La respuesta surcoreana también se adhirió a la guía de mejores prácticas de la Organización Mundial de la Salud y solo se dieron tres casos de contagio.

La gripe porcina de 2009 coincidió con la administración de Lee Myung-back. Al tratarse de una enfermedad altamente contagiosa pero de una baja mortalidad –se superaron los 740.000 casos y fallecieron 225 personas–, el gobierno surcoreano encauzó la crisis a través la vacuna Tamiflu. La administración de Park Geun-hye, por otra parte, afrontó críticas tras la gestión de un brote de MERS en 2015, con 185 casos. Previamente, el gobierno había recortado el presupuesto de los KCDC y limitado sus funciones.

La actual administración tomo nota de estos éxitos y fracasos. Al llegar al poder en 2017, Moon Jae-in reforzó el estatus institucional de los centros de prevención y control de enfermedades. Su gobierno también realizó una serie de simulacros para responder a brotes de virus de países extranjeros. Antes de la llegada del coronavirus, los KCDC se habían entrenado precisamente con una simulación de una epidemia proveniente de China. En resumen, se llegó a la conclusión de que la autoridad de los KCDC dependía de que se preparasen y reforzasen para salvaguardar la economía y la vida de los ciudadanos ante una pandemia, al margen de que en ese momento existiese una o no.

 

Tecnología y cooperación público-privada

En segundo lugar, el gobierno surcoreano controló con éxito la prevención y transmisión de la enfermedad a través de información personal digitalizada. Mediante un sistema de supervisión y vigilancia de salud pública, pudo registrar la extensión de los contagios, los vectores más comunes y el origen de las infecciones. Se generaron algunos problemas en lo que respecta a la protección de datos –el gobierno recurrió a una legislación en materia de privacidad más laxa que la de muchas sociedades occidentales– y un ajuste a posteriori en el funcionamiento de lo KCDC. Pero la gestión digital de datos de salud personales se convirtió en un instrumento capaz de guiar la respuesta a través de mapas y aplicaciones, así como trazar la evolución del virus en cada caso confirmado.

El éxito surcoreano también está vinculado a su rápida producción de tests para detectar y aislar casos de coronavirus. Se llevó a cabo mediante una cooperación estrecha entre el sector público y las empresas que fabrican reactivos para detectar el virus –algunas de ellas localizadas en el propio país–, centrada en torno a la infraestructura de los KCDC. El sector privado desarrolló los equipos de test y el Estado lo apoyó activamente, relajando regulaciones institucionales que pudiesen ralentizar el proceso. De este modo fue posible producirlos en masa y relativamente deprisa.

En retrospectiva, esta iniciativa puede entenderse como un legado del modelo histórico de crecimiento surcoreano: el Estado desarrollista que en los años setenta y ochenta coordinaba activamente a los sectores público y privado. A diferencia de entonces, sin embargo, no se trata simplemente de una cooperación que permita un desarrollo económico eficaz y legitime a gobiernos autoritarios en el contexto de la guerra fría. En conversaciones telefónicas con Pedro Sánchez y otros jefes de gobierno, Moon Jae-in ha señalado que el gobierno surcoreano quiere compartir y cooperar activamente con otros países en el desarrollo de tecnología para prevenir la expansión del virus y su tratamiento clínico.

 

ciudadesDesarrollo del Covid-19 por regiones. Madrid es actualmente un epicentro de la pandemia; en  Daegu, donde se dio el primer brote en Corea del Sur, los contagios se han disminuido. Fuente: Financial Times

 

Colaboración cívico-militar

Por último, la reacción tanto de las autoridades como de la sociedad surcoreana fue más rápida y tajante que en Europa. Cuando se produjo el primer foco, 31 contagios locales en la ciudad de Daegu, el alcalde declaró una “crisis sin precedentes” y el inicio de una intervención de profesionales médicos, voluntarios y colaboración cívico-militar. En base a esta reacción se desarrolló la posterior campaña de distanciamiento social implementada por el gobierno.

La historia contemporánea de la península ejerce una influencia profunda en la orientación política y cívica del pueblo surcoreano. La guerra de 1950-1953, detenida con un armisticio en vez de un tratado de paz, continúa marcando la confrontación entre ambas Coreas. Las múltiples provocaciones armadas y amenazas de seguridad del Norte han vuelto comunes las maniobras de emergencia conjuntas –civiles y militares– en el Sur, así como el entrenamiento civil de defensa. No es equivocado señalar que la exitosa coordinación entre civiles, militares y gobierno durante la crisis del coronavirus guarda relación con este legado.

La cultura cívico-política en Corea del Sur durante la dictadura militar se desarrolló para responder de manera relativamente rápida a los decretos de emergencia del gobierno, manteniendo al mismo tiempo la actividad económica. Por otra parte, desde finales de los años ochenta ganaron peso los movimientos autónomos de concienciación ciudadana, especialmente tras la transición y consolidación democrática. Este fenómeno ha creado una dinámica simultánea: por un lado, una cultura de protesta cuando los gobernantes pierden apoyo popular; al mismo tiempo, confianza activa en el poder del presidente y el gobierno cuando gozan de respaldo público y se enfrentan a una emergencia. La valoración positiva de la respuesta del actual gobierno, así como en la gestión centrada en los KCDCs, ha garantizado un día a día relativamente estable, en el que los ciudadanos no acuden a comprar en ataques de pánico y no se generan problemas de abastecimiento.

 

 

Tras la crisis, políticas públicas ambiciosas

Los debates sobre un modelo de crecimiento basado en salarios y una renta básica en Corea han estado presentes desde la última elección presidencial, en 2017. El Partido de la Libertad de Corea (conservador) ha criticado al actual gobierno (del socio-liberal Partido Demócrata) por promover iniciativas en este ámbito. La crisis del coronavirus, no obstante, ha resultado en una extensión de los fondos presupuestarios acordada entre los partidos de gobierno y oposición, que abre la posibilidad de una política económica más activa (pese a las reticencias de los conservadores a adoptar una política económica expansiva).

Por lo general, los votantes progresistas y jóvenes apoyan un modelo de crecimiento basado en los salarios –más que el de las exportaciones–, en tanto que los votantes de mayor edad y conservadores critican estas medidas como irresponsables o populistas. Es decir, que no existía un consenso social en torno a ellas. La razón es que la opinión pública en Corea del Sur está edificada sobre cimientos ideológicos anticomunistas, de modo que hay grupos sociales que aún ven en medidas como una renta una amenaza socialista o un crecimiento desbocado del Estado del bienestar.

No obstante, debido a la crisis del coronavirus y como resultado del suplemento presupuestario, se han abierto oportunidades para nuevas propuestas fiscales, políticas activas y medidas de emergencia. A medida que la pandemia se encauza, varios grupos progresistas y gobiernos locales han insistido en la necesidad de adoptar una renta básica, si bien la posición del propio presidente y sus asesores económicos es que la medida que se necesita es un “fondo de emergencia” para garantizar la solvencia antes que una renta básica.

El 15 de abril se celebrarán elecciones legislativas. Aunque el coronavirus ha complicado el transcurso de la campaña, el actual presidente goza de su apoyo más alto en la opinión pública en lo que va de año. El Partido Demócrata se encuentra con un paisaje electoral favorable. Es posible esperar que, si obtiene una victoria clara, lleve a cabo una política económica más ambiciosa tras las elecciones.

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