Morales poder dual
El expresidente de Bolivia Evo Morales y el entonces candidato del MAS a la presidencia, Luis Arce, posan juntos después de una rueda de prensa en Buenos Aires en enero de 2020. GETTY

Morales, a la búsqueda del poder dual

Gracias al fuerte respaldo de las urnas, Luis Arce ha comenzado su presidencia en Bolivia marcando distancias con Morales, que lucha por mantener su influencia en el MAS.
Franz Flores Castro
 |  14 de enero de 2021

Una vez conocido que Luis Arce era el nuevo presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, con un respaldo 55% de los votantes en las elecciones del 18 de octubre de 2020, surgió la pregunta sobre el papel de Evo Morales en el nuevo gobierno y el poder político real que tendría en los cincos años de gestión que tiene por delante del Movimiento al Socialismo (MAS).

Quien de alguna manera develó el misterio fue un exministro de gobierno del Morales, Carlos Romero, que afirmó que “el binomio [Arce-David Choquehuanca] ha ganado por propio mérito la presidencia y vicepresidencia del Estado, pero la dirección político-estratégica del proceso es de Morales”. Lo que se traduciría en que al nuevo presidente le estaba encomendada la tarea de administrar el gobierno y a Morales, la de marcar las directrices políticas del mismo. A continuación analizo los problemas y tensiones que está generando esta pretensión de Morales.

 

Los primeros días del gobierno de Arce

Arce es un economista que estuvo al mando del ministerio de Economía prácticamente a lo largo de los casi 14 años del gobierno de Morales (2006-2019). Para muchos, es el artífice del “milagro boliviano”, consistente en el mantenimiento del crecimiento económico y la baja inflación. Durante su gestión, el país tuvo cifras positivas de desarrollo: una caída notable de las tasas de pobreza y desigualdad, junto con la ausencia de un aumento sostenido de los precios de los productos de la cesta básica, como sí pasó en países vecinos, como en Chile o Argentina.

 

Morales poder dual

Fuente: Banco Mundial

 

La nominación de Arce como candidato del MAS tuvo mucho que ver con el respaldo de Morales, puesto que las bases campesino-indígenas del partido postulaban al binomio Choquehuanca-Andrónico Rodríguez, ambos de origen rural. Después de arduas negociaciones, la candidatura finalmente recayó en el binomio Arce-Choquehuanca, una salida salomónica: evistas e indigenistas quedaron descontentos a partes iguales.

Aunque este antecedente hacía suponer que, en cierto modo, Arce podría ser un títere de Morales, ya posesionado como presidente dio señales de autonomía. En primer lugar, salvo el ministro de Defensa, Edmundo Novillo, ninguno de los ministros que acompañaron la gestión de Morales está hoy en el gabinete de Arce. Todos son profesionales de la administración que antes trabajaban como funcionarios de segunda línea en el poder ejecutivo. Días antes de la toma de posesión del nuevo gabinete, el exministro Juan Ramón Quintana demandó a Arce que los exministros de Morales formasen parte del gobierno, ya que, según su criterio, “prescindir de ellos sería un grave error”.

Más allá de estas disputas por la conformación del gabinete, Arce ha desplegado un estilo de gobierno diferente al de Morales: tiene un bajo perfil mediático, la mayor parte de su tiempo está en su oficina presidencial, no viaja mucho y, cuando lo hace, no usa el avión presidencial; de hecho, se trasladó a varios departamentos en vuelos comerciales, lo mismo que a Brasil para realizarse chequeos médicos. Asimismo, en los actos oficiales de las Fuerzas Armadas ha dejado de exclamar la consigna “Patria o Muerte”, y los soldados, de repetirla.

Un dato relevante, que quizá explique, en parte, este comportamiento de Arce tiene que ver con su respaldo electoral. En las elecciones de octubre de 2020, logró un 55,11% de los votos, a 27 puntos del segundo mejor votado, Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana. Esto ha dotado de solidez y legitimidad a su gobierno, cuya gestión puede, eventualmente, facilitar su autonomía y perfil propio.

 

Morales y el órgano legislativo

La influencia sobre el poder legislativo tampoco está clara. Morales ha  logrado colocar a una buena parte de sus más fieles en los primeros lugares de las listas de diputados y senadores del partido. La amplia victoria del MAS ha conseguido 75 diputados de 130 posibles y 21 senadores de un total de 36. No es un dato menor que Rodríguez, quien, al igual que Morales, proviene de los sindicatos cocaleros del Chapare, fuera elegido como presidente de la cámara de senadores.

Con todo, el órgano legislativo ha dado señales de autonomía tanto de Morales como del poder ejecutivo. Los esfuerzos del nuevo ministro de Justicia, Iván Lima, para realizar un referendo destinado a iniciar un cambio en la administración de justicia boliviana no gozó de la aprobación del legislativo por considerarlo extemporáneo. Tampoco tuvo eco la “instrucción” de Morales a la bancada del MAS para que inicie una interpelación al presidente del Tribunal Supremo Electoral, Salvador Romero, por irregularidades en el proceso electoral. De hecho, algunos dirigentes de movimientos sociales afines al MAS llegaron a señalar que “Evo va a orientar, pero no va a dirigir”.

 

Morales al mando del MAS

El 9 de noviembre y con el nuevo gobierno del MAS ya instalado, Morales regresó a Bolivia. En el Chapare fue recibido por una concentración de militantes de su partido que, según los cálculos, pasaba del medio millón de personas. Esto llevaba a pensar que el liderazgo de Morales estaba inalterado.

Empero, ya puesto a la tarea de comandar el MAS, este liderazgo mostró sus límites. Morales se dio a la tarea de dirigir la selección de las listas de candidatos para las elecciones subnacionales del 7 de marzo de este año, pero las cosas no han salido como fueron previstas. Su capacidad decisional, tan determinante en sus casi 14 años al mando del gobierno, fue muy criticada, y los candidatos apoyados y nominados por su persona generaron descontento y división.

Veamos algunos casos. En una reunión del MAS para elegir al candidato a gobernador por el departamento de Santa Cruz, Morales tuvo que retirar la postulación de su candidato, Carlos Romero, después de que los asistentes a la cita rechazaran la nominación con muestras evidentes de descontento, que incluyeron el lanzamiento de sillas entre los bandos en disputa, una de las cuales llegó a impactar en la cabeza del expresidente. Ante esta situación, Morales designó a Pedro García, quien también acabó siendo objeto de crítica y rechazo por buena parte de la militancia, que finalmente impuso a Mario Cronenbold, de perfil afín a los grupos de poder económico cruceño.

 

 

Más tarde, en la localidad de Betanzos, del departamento de Potosí, campesinos que reclamaban democracia interna lanzaron insultos a Morales porque su candidato no había sido aceptado por el jefe del MAS. En El Alto, una ciudad considerada bastión del MAS, el partido llegó a dividirse, ya que Morales impuso a Zacarías Maquera contradiciendo a amplias capas de las bases del MAS, que respaldaban a la expresidenta del Senado Eva Copa quien, a la postre, decidió postularse por la agrupación Jallalla La Paz. Algo parecido ocurrió en el caso de la gobernación de Pando: el candidato elegido por Morales, Miguel Becerra, generó tal descontento que el otro postulante, Regis Richter, abandonó al MAS y se inscribió en el Movimiento Tercer Sistema.

 

¿Del poder total al poder dual?

Arce ya ha cumplido dos meses en el gobierno y la influencia de Morales no ha sido determinante. Esto se debe no tanto a la fortaleza de Arce, que la tiene, sino a la debilidad política de Morales, cuyo estilo de conducción política no ha tenido eco en un partido que una y otra vez le reclamó cambio de rostros y democracia interna. Cuando Morales y su vicepresidente Alvaro García Linera regresaron al país, su discurso apostó por la polarización y en cierta medida por el odio, cuando los discursos de los nuevos titulares del poder iban a contramano. En su acto de posesión, Arce, parafraseando a un líder socialista asesinado en 1981, Marcelo Quiroga, afirmó que “no es el odio lo que impulsa nuestros actos, sino una pasión por la justicia”. A su vez, el nuevo vicepresidente Choquehuanca señaló que “nuestra verdad es muy simple: el cóndor levanta vuelo solo cuando su ala derecha está en perfecto equilibrio con su ala izquierda”. Queda saber si ambos discursos serán respaldado por los hechos.

Durante su largo mandato, Morales desplegó un estilo de gobierno con él como eje y centro de las decisiones políticas. Con un Parlamento aquiescente y siempre atento a sus decisiones y un poder judicial inclinado a sus determinaciones, Morales gozó de un poder total. Hoy, fuera de la presidencia, busca una suerte de poder dual a partir de su liderazgo todavía incontestable en el MAS. Sin embargo, no lo tendrá nada fácil, pues en su partido se ha operado un cambio y han surgido fuerzas internas que tienen su propia lógica, una que ya no obedece ciegamente las directrices de su viejo líder histórico.

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