Nuevo número #EcoExt64: #eradigital, nueva cultura

 |  3 de abril de 2013

 

El papel introdujo en la comunicación humana un cambio tan importante como el teléfono hace un siglo e Internet en la actualidad. Algunos subordinados de Pericles reclamaban hacia 420 a.C. dos nuevos envíos de papiro que no acababan de llegar de Alejandría, enviados en seis grandes navíos, hace 25 siglos. Se trataba de componer 80 nuevos ejemplares de La Ilíada. El siguiente paso fue la invención de los tipos móviles en la impresión. Ocurrió en aquel Silicon Valley, entre 1451 y 1456, cuyos puntos más destacados eran la ciudad holandesa de Harlem y la alemana de Maguncia, donde Coster y Gütenberg serían los Bill Gates o Steve Jobs californianos.

El arranque de la imprenta no se consolidó hasta que los tipos móviles de madera, perecederos, no fueron sustituidos por otros de metal: ordenador personal de la época. La imprenta arrancaba. Nuevas tecnologías que por primera vez permitían reproducir textos medievales a un precio inferior y con tiradas mucho mayores. La tecnología modificaba las formas de producción, pero necesitaba del viejo mensaje. El pasado seguía vigente.

En realidad Shakespeare es más medieval de lo que deja traslucir su lenguaje, como Cervantes: la comunicación de masas ha necesitado creadores de contenidos para convencer a los clientes de la importancia de las innovaciones. La tecnología no es el único prerrequisito para el desarrollo. La persuasión del lenguaje, en definitiva, aceptada por el público en general.

La comunicación-información es ubicua, pero argumentar que esa condición refleja los valores y actitudes de la ciudadanía, no se corresponde con las preocupaciones humanas y los problemas del empleo en la crisis actual. La crisis es real, también el cómo nos gobernamos. Lo que sí ofrece la información-comunicación vía Internet, igual que en el pasado le ocurrió a la imprenta y el teléfono, es un potencial baratísimo puesto en manos de la sociedades de los siglos XX y XXI. Un instrumental poderoso que salta por encima de los temores a una comunicación-información manipulada por dictadores que transforman el significado de las palabras. Los temores de Orwell en 1984 han acabado tropezando con aquello que los psicólogos han llamado disonancia cognoscitiva; es decir, el rechazo de los humanos sobre la persuasión del mensaje oficial. Se resquebrajó el muro de Berlín; cayeron las dictaduras del norte de África; incluso los mensajes de la oligarquía bancaria son rechazados por los ocupantes de Wall Street y la red de internautas, antes que por los propios vigilantes del sistema financiero. Las redes sociales acaban siendo patrimonio de sociedades abiertas aunque ahí quede China. ¿Quién vaticinó antes de 1989 el desplome del régimen soviético?

Entramos en la pantalla de este número de Economía Exterior. “Cruzamos transacciones de billones de euros en décimas de segundo, China paraliza la web del New York Times, los pilotos de los drones americanos convierten batallas en videojuegos, los conflictos se dirimen ante el ordenador, la secuencia del genoma humano costaba hace 10 años 1.000 millones de dólares, ahora 1.000, mañana solo 100 dólares, una herramienta analiza 65.000 millones de registros médicos asociados visualmente, destapando los síntomas de enfermedades que de otra forma permanecerían ocultos”. La evolución cultural está sustituyendo a la genética en el esfuerzo de adaptación al medio. Vertiginosas innovaciones. ¿La identidad humana vendrá determinada por el avance tecnológico? ¿Qué quedará del viejo y modesto oficio del periodismo y sus esfuerzos para liberar al ciudadano de las diversas formas esclavistas y desequilibradoras del poder?

El mensaje que se difunde a lo largo y ancho de este pequeño planeta está variando: “No me lo escribas, cuéntamelo”. Una vuelta a la oralidad más antigua que la imprenta y con la gran ventaja de que la memoria perdura sin necesidad de que los bardos la conserven o se deposite en los textos escritos. En España, un 50% no lee nunca el periódico, pero un 91% ve diariamente la televisión y un 62% de los televidentes del planeta están conectados simultáneamente a otras redes sociales. La nueva alfabetización es audiovisual.

La globalización coincide con la explosión de las tecnologías de la información y comunicación. Un 10% más de empleados con ordenadores aumenta la productividad en dos o tres veces. Apple, teléfonos inteligentes y tabletas digitales que superan el éxito del PC; Google, un portal de acceso a la información mundial; Facebook une a la séptima parte de la humanidad, mientras Amazon ha modificado las formas de distribución. ¿Cuál es el papel de las empresas de telefonía en este nuevo escenario en el que el cambio irrumpe incontenible pero en el que ni las reglas del juego ni los ganadores están escritos? Atención, la industria musical vio caer sus ingresos a menos de la mitad entre 2000 y 2009; Kodak insistió en su excelencia y la digitalización acabó con ella.

Los epígonos de la cultura digital la reclaman como la única fórmula con capacidad para movilizar a nuestra sociedad. El acuerdo no es total. El gobierno francés mantiene serias dudas sobre la capacidad de Internet para convertirse en un territorio sin ley donde valga el pillaje de los contenidos, se invadan los sistemas informáticos y no se pague por los servicios de las redes telefónicas. El ejemplo de la liberalización financiera resuena con fuerza: “Dejar que las cosas sencillamente sucedan no es la mejor respuesta”. La gestión de Internet será “abierta y libre” o “justa y segura”. ¿Quién gobernará Internet: las autoridades nacionales o multilaterales o un conjunto de instituciones privadas actualmente radicadas en Estados Unidos? La Unión Internacional de Comunicaciones no consiguió en Dubái, diciembre 2012, consensuar un reglamento.

Las telefónicas se quejan de competencia desleal por parte de operadores de voz que no pagan un precio razonable por el uso de las redes, ni tampoco participan en las infraestructuras de banda ancha fundamentales para el tráfico masivo de datos. Genís Roca lo describe de manera sencilla cuando trata del aumento de la competitividad en las empresas. En otro lugar se habla de los esfuerzos en Colombia por facilitar el acceso a la educación vía Internet. Continúen con la pantalla encendida.

#EcoExt64

Para acceder al índice de Economía Exterior 64 haga clic aquí.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *