El presidente ecuatoriano saliente, Rafael Correa junto al nuevo, Lenin Moreno, durante su toma de posesión en mayo de 2017/ GETTY.

‘Quo vadis’ Ecuador?

DAVID MOLINA ROMO
 |  27 de marzo de 2019

Muchos de los candidatos a los comicios seccionales de Ecuador del pasado 24 de marzo tuvieron un final de jornada electoral amargo. Hubo muchas sorpresas en los resultados, un gran aluvión de postulantes a dignidades locales y un incipiente cambio de tendencia en la cultura política ecuatoriana, posiblemente condicionada por la herencia correísta.

El 24 de marzo estaban en juego los cargos de elección popular correspondientes a los Gobiernos Autónomos Descentralizados –GAD’s–. Es decir, prefecturas provinciales, alcaldías, concejalías y juntas parroquiales rurales. También se votaba para elegir a los miembros del denostado Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, pero el desconocimiento de los candidatos, la campaña previa en favor de anular el voto y las dudas que genera entre la población el papel de este denominado quinto poder, se conjugaron para que pasase muy desapercibida. Habrá que esperar a los resultados finales para valorar el nivel de participación respecto a este organismo, pero se avizora que va a ser bajo. Como puede verse, aluvión de candidatos y aluvión de papeletas de votación, puesto que en las áreas rurales del país, el votante recibía hasta ocho de ellas. Cabe mencionar que dentro del sistema electoral ecuatoriano coexisten diversas fórmulas electorales. Para la elección de alcaldes y prefectos provinciales se aplica la fórmula de mayoría simple. Sin embargo, para la designación de concejales (urbanos y rurales) y vocales de juntas parroquiales rige la representación proporcional, existiendo múltiples opciones para el votante, siendo el método elegido para la asignación de escaños el de la ley D’Hondt.

Asimismo, la expectativa del proceso estaba puesta en los resultados que pudiera obtener el denominado Movimiento Revolución Ciudadana que se presentaba bajo la fórmula de la Lista 5, aglutinando a los simpatizantes de Rafael Correa tras la ruptura con Lenín Moreno. De algún modo los comicios locales servirían para medir el grado de aceptación entre el electorado del expresidente.

 

Una miríada de candidatos

Con respecto a la convocatoria electoral de 2014, la eclosión de candidatos fue significativa. Para ilustrar lo anterior, algunos ejemplos. En Quito, si bien hace cinco años se presentaron seis aspirantes a alcalde –aunque solo dos de ellos, Mauricio Rodas y Augusto Barrera superaron el 5% de los votos- en este proceso fueron 18 los aspirantes a la alcaldía de la capital de la república. Guayaquil presentó una tendencia similar, con 17 candidatos a la alcaldía respecto a los 4 del año 2014. Finalmente, Cuenca pasó de 4 a 13 aspirantes. Como puede verse, en las tres principales ciudades del país de media se triplicó la nómina de candidatos, efecto extensible al resto de puestos en juego.

Esta proliferación de candidatos puede tener varias lecturas. La primera de ellas apuntaría al espacio dejado en 2017 por Rafael Correa y la descomposición del movimiento oficialista, Alianza PAIS. Efectivamente, el recambio presidencial trajo consigo una serie de pugnas y refundaciones del que desde el año 2006 fue el brazo político de la Revolución Ciudadana, hegemónico en los comicios electorales ecuatorianos desde esa fecha, hasta la llegada de Lenín Moreno. El vacío cedido por Alianza PAIS ha sido aprovechado por múltiples movimientos, partidos y plataformas electorales para saltar a la palestra y reivindicar su sitio en el escenario político local. Muchos de ellos siempre han estado ahí, pero sin un liderazgo político claro a nivel nacional, han visto la oportunidad de probar fortuna.

Otra posible interpretación, quizá menos prosaica, recaiga en la delicada situación económica que atraviesa el país. La disminución de los ingresos fiscales provenientes del petróleo fundamentalmente, ha derivado en una serie de ajustes presupuestarios cuyo culmen ha sido la reciente firma del Acuerdo de Servicio Ampliado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para tratar de equilibrar la balanza fiscal y generar un balón de oxígeno al gobierno central. Con un mercado laboral que cada vez expulsa más servidores públicos fruto de los recortes y las exigencias de los organismos multilaterales, postular a un cargo público podría suponer encontrar estabilidad al menos durante cuatro años. Y aunque no se resulte elegido, las subvenciones para la campaña que otorga el órgano electoral -CNE-, generan incentivos para la participación.

 

Noche de grandes sorpresas…

La jornada electoral en Ecuador deparó también algunas sorpresas, dejando interesantes lecciones. A nivel de candidatos, Jorge Yunda en Quito dio la vuelta a los pronósticos. Si bien es cierto que la mayoría de sondeos le otorgaban un segundo puesto, aunque distanciado del favorito y exalcalde de Quito, Paco Moncayo, con el 99% de las actas escrutadas se posicionó en primer lugar con el 21,35% de los votos, seguido de Luisa Maldonado con el 18,43% y en tercer lugar Paco Moncayo, con un 17,77% de la votación. Yunda, ocupó cargos públicos durante el mandato de Correa, llegando a ser asambleísta por Alianza PAIS. Figura controvertida por su manejo de los medios de comunicación de los que es parte activa como locutor, ha llegado a la alcaldía de Quito por el Movimiento Unión Ecuatoriana, del ex fiscal general Washington Pesántez, también hombre de confianza de Correa.

El comportamiento electoral en Guayaquil fue tal vez la gran excepción. Se consolidó su tendencia como bastión socialcristiano a través de la candidata Cynthia Viteri, exasambleísta, confirmando el camino iniciado por su predecesor Jaime Nebot. Es el caso de la candidata a alcaldesa con el mayor porcentaje de votos cosechados en unas de las grandes ciudades del país, nada menos que un 52,8%. Su competidor más próximo, Jimmy Jairala, alcanzó el 31,7% de la votación. Jairala siempre ha sido una figura próxima a Alianza PAIS, presentándose a los comicios seccionales del 2014 con una candidata a viceprefecta de este movimiento. El resto de candidatos no sobrepasaron el 3% de apoyos.

Por su parte, Cuenca fue escenario de un desenlace inesperado. Hasta pocos días antes de las votaciones los sondeos de opinión daban la mayoría al actual alcalde, Marcelo Cabrera, figura cercana al presidente Moreno, disputándose el segundo puesto el medallista olímpico Jefferson Pérez (22% de votos) y el exprefecto de la provincia del Azuay, Paúl Carrasco. Los resultados dieron un giro inesperado hacia el candidato en la sombra, aupando a la alcaldía al empresario independiente Pedro Palacios, quien con el 28% de los votos se ha proclamado alcalde. El candidato que parecía tener más opciones, Cabrera, tan solo obtuvo el tercer puesto quedándose en un 19,45%.

 

… Y cambio de tendencias

El mismo guion se repitió en la prefectura del Azuay y en ciudades de la región de la costa como Machala. ¿Cómo pudieron darse tantos debacles con las cifras prácticamente consolidadas? Hay dos explicaciones. La primera da cuenta de un posible cambio de tendencia en la cultura política ecuatoriana. El período de Rafael Correa se caracterizó por un enfrentamiento y distanciamiento constante hacia ciertos grupos de interés, profesionales (como el periodismo) y económicos. El hastío de una parte de la población hacia esta forma de gobierno buscó una salida en nuevas formas de hacer política, traducido en candidatos en la sombra más conciliadores, distantes del discurso tenso y grandilocuente. La segunda explicación es el nada despreciable porcentaje electorado indeciso. Algunas encuestas situaban el mayor porcentaje de votantes indecisos en ciudades como Quito (alrededor de un 68% un mes antes de las elecciones) o Cuenca. Curiosamente, en Guayaquil es donde este promedio era menor y por ende, más claramente definido el voto, tal y como ha ocurrido.

En definitiva, la jornada electoral del 24 de marzo quedará grabada como un punto de inflexión en la política ecuatoriana, en pos de nuevos rumbos tras el largo período de la revolución ciudadana en el poder y el decaimiento a nivel regional del socialismo del siglo XXI. La tónica del proceso vino marcada por una considerable fragmentación del voto en multitud de postulantes a todos los cargos (un 65% más con respecto a los comicios locales del 2014), por candidatos revelación que realizaron una campaña silenciosa como el caso de Pedro Palacios o Yaku Pérez Guartambel para prefectura del Azuay, el enorme porcentaje de votantes indecisos que terminaron inclinando la balanza a favor de estos candidatos “sombra” y, por último, en un comportamiento la hora de otorgar el voto a un candidato, sustancialmente distinto. En cuanto al apoyo al correísmo, aún es temprano para evaluar, pero valgan algunos ejemplos. En Quito el nuevo alcalde ha sido una figura muy próxima al gobierno de Correa. Asimismo, respecto a la elección de concejales urbanos en la capital de la república, el mayor porcentaje de votos (19,06%) ha sido para el Movimiento Fuerza Compromiso social, integrado en la lista del expresidente en tanto que Alianza PAIS del presidente Moreno solo obtuvo un pobre 2,32%. Guayaquil muestra una orientación similar, con un 18,85% de votos para concejales urbanos al movimiento Fuerza Compromiso Social, y el 2% para la lista de Lenín Moreno. En Cuenca, de los 15 concejales que conforman el Concejo Cantonal, tres son afines a Correa, obteniendo representación en cada uno de los tres distritos sin que la lista del actual presidente se haya presentado. En la provincia costera de Manabí, tradicional fortín correísta, el prefecto provincial electo proviene del Movimiento Fuerza Compromiso Social. En Guayas, Pierina Correa, hermana de Rafael, obtuvo el segundo lugar para la prefectura. Se visualizan avances del correísmo a nivel local y retrocesos, fuertes, del presidente Moreno.

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