Relevo en la política exterior europea

 |  5 de junio de 2014

Pasado el terremoto de las elecciones europeas, en la lista de prioridades de Bruselas está encontrar sustitutos para algunos de los comisarios más destacados. Uno de ellos es Catherine Ashton, vicepresidenta de la Comisión Europea y alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Ashton, que termina su mandato de cinco años a finales de 2014, no se presentará a una reelección (su predecesor, Javier Solana, ocupó el cargo entre 1999 y 2009). Su partida deja como principal candidato a Radek Sikorski, ministro de Exteriores polaco, que desde el 30 de mayo cuenta con el aval de su país para la candidatura.

Como máxima representante de la política exterior y de seguridad común (PESC) de la Unión Europea, Ashton no tuvo un mandato exento de polémica. Desde Reino Unido, sus compatriotas la acusaron de ser demasiado ambiciosa. En el resto de Europa se la acusó de no ser lo suficientemente atrevida. El Servicio Europeo de Acción Exterior, creado bajo su supervisión, pronto demostró estar mal gestionado. También se criticó que no supiese delegar y llevase a cabo una política exterior difusa, una acusación quizá injusta, si se tiene en cuenta que los 28 Estados de la Unión no siempre supeditan su política exterior a la iniciativa de Bruselas. Perteneciente al Partido Laborista, no le hubiese sido fácil recibir el aval de David Cameron si hubiese intentado renovar su mandato.

Su ausencia, a pesar de todo, dejará un vacío difícil de rellenar. La habilidad de Ashton como negociadora es indudable. Fue pieza clave durante las últimas negociaciones sobre el programa nuclear de Irán, granjeándose el respeto de su homólogo iraní, Mohamed Javad Zarif. También Hillary Clinton, posicionada para hacerse con la presidencia en 2016, labró una intensa amistad con Ashton durante sus cuatro años al frente del Departamento de Estado.

El perfil de Sikorski es radicalmente opuesto al de Ashton. Miembro de las juventudes de Solidarnost (Solidaridad), huyó de la Polonia comunista para estudiar en Oxford. Trabajó como periodista en Angola y Afganistán, donde una de sus fotos obtuvo el prestigioso premio World Press Photo. Con 29 años ya era secretario de Estado de Defensa, ministerio que posteriormente ocupó, antes de llegar a Exteriores. Está casado con Anne Applebaum, periodista del Washington Post y ganadora de un Premio Pulitzer.

Sería difícil encontrar un candidato más flamante. Tal vez lo sea en exceso, a juzgar por la forma en que la prensa se ha rendido a sus pies. El Daily Telegraph informa de que Sikorski “luchó en Afganistán como fotoperiodista”. The Kremlin Scrooge, en su habitual estilo cáustico, se pregunta cuántos soldados soviéticos volvieron a Rusia magullados por el flash de su cámara.

Más allá de una carrera sorprendente, Sikorski representa la evolución de la política exterior de su país durante las últimas dos décadas. Desde su adhesión a la UE en 2006, Polonia ha combinado un poso anticomunista con una profunda vocación europeísta. Admirador de Margaret Thatcher, Sikorski no tiene reparos en criticar la política exterior euroescéptica de la Dama de Hierro. Aunque Polonia es un firme aliado de Estados Unidos –y uno de los pocos socios de la OTAN que aún cumple con la obligación de destinar más del 2% de su PIB al gasto militar–, Sikorski se muestra cada vez más partidario de reforzar la política exterior común de la UE. Ha criticado la invasión de Irak en retrospectiva, y exigido a Alemania un liderazgo más convencido en Europa.

La principal oposición a su nombramiento vendrá de Moscú. Sikorski se cuenta entre los “halcones” europeos que han adoptado una línea dura durante las protestas del Euromaidán y la posterior partición de Ucrania. Su nombramiento como máximo responsable de la política exterior europea supondría una clara advertencia a Vladimir Putin, y un empeoramiento definitivo de las relaciones entre Bruselas y Moscú, si lograse convencer a los miembros de la unión para que endureciesen su posición. Irónicamente, Polonia obtiene el 91% de sus reservas energéticas de Rusia, un socio comercial tan importante como Alemania.

En lo que a Rusia respecta, la impresión es que se impondrá la posición de Sikorski. Incluso si no se hiciese con el cargo, el rival con más peso es Carl Bildt, ministro de Exteriores sueco y antiguo primer ministro. Bildt también ha estado al frente de las críticas al régimen de Víctor Yanukóvich, y las filtraciones de Wikileaks esbozan un perfil engreído. El tercer candidato es el diplomático holandés Frans Timmermans.

 

 

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