Resolución 2242: invertir para prevenir

Blanca Palacián de Inza
 |  22 de octubre de 2015

Conmemorando el 15º aniversario de la aprobación de la Resolución 1325 de Naciones Unidas, y coincidiendo con la presidencia española del Consejo de Seguridad, España ha liderado algunas medidas dirigidas al cumplimiento del mandato sobre “mujer, paz y seguridad”. Entre ellas, cabe destacar por su importancia la adopción por unanimidad de la Resolución 2242, impulsada por Reino Unido, actor fundamental en esta área y, por primera vez, por España.

La importancia, al menos formal, de esta resolución radica en su obligatoria aceptación y cumplimiento por todos los Estados miembros de la ONU. Al ser el Consejo de Seguridad el órgano ejecutivo de la organización, los 193 países que la conforman han de acatar sus decisiones. No obstante, los dictámenes son tomados por unos pocos, pues el Consejo lo integran 15 miembros, de los cuales cinco son permanentes y diez no permanentes. Los primeros son China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos, que tienen derecho a veto. Los miembros no permanentes son elegidos por la Asamblea General por un periodo de dos años y no cuentan con ese derecho. España, elegida el 16 de octubre de 2014, ocupa uno de estos asientos durante el bienio 2015-16. Las áreas prioritarias de actuación que se ha propuesto el país durante su permanencia en el Consejo de Seguridad son la respuesta a las emergencias humanitarias, concretamente las de Siria y Yemen; la lucha contra el terrorismo y la reactivación de la agenda de “mujer, paz y seguridad”.

Adoptada el pasado 13 de octubre, la Resolución 2242 es la octava que se dedica a la participación de la mujer en los conflictos y su resolución. Pretende reactivar la Resolución 1325, que fue la pionera y que supuso un hito en las cuestiones de género, aprobada por unanimidad en octubre de 2000. Ambas reclaman la protección especial que las mujeres –y los niños– necesitan frente a la violencia en los conflictos pero, y este matiz es esencial, también las considera indispensables en la evitación de los mismos y en su finalización. Por ello, tanto la 1325 como la 2242 instan a los Estados miembros a velar porque aumente la representación de la mujer en todos los escalones en los que se adoptan las decisiones en las instituciones y mecanismos nacionales, regionales e internacionales con respecto a la prevención, la gestión y la solución de conflictos.

Hace 15 años, protección y participación eran los desafíos a encarar. Hoy, si bien se han logrado avances, sigue habiendo mucho trabajo por hacer, especialmente en lo relativo a la participación.

Según los presupuestos tradicionales de género, al hombre le corresponden características relacionadas con la guerra como son la violencia, la fuerza, la dominación; y a la mujer aquellas asociadas a la armonía y el diálogo. El trabajo de la paz, como lo denominaba Eleanor Roosevelt, lo siguen haciendo, en su gran mayoría, los hombres. Así lo avala el estudio de 585 acuerdos de paz realizado por ONU Mujeres, en el que queda patente que solo en el 16% de ellos se mencionaba a las mujeres, y apenas el 3% incluía referencia alguna a la violencia sexual.

 

Resolución 2242: invertir para prevenir

 

Sin embargo, a pesar de que la participación de las mujeres en la construcción de la paz se considera positiva, los datos no mejoran. La nueva Resolución 2242 impulsada por Reino Unido y España –y adoptada por unanimidad con la histórica cifra de 113 ponentes en el debate– pretende dar un paso adelante en la inclusión de la mujer desde todos los ángulos posibles. La participación de las mujeres en misiones de paz internacionales, en las negociaciones de paz o en los procesos de desarme, desmovilización y reintegración, entre otros, aumenta claramente la eficacia de estos procesos. La principal novedad de la Resolución 2242 es que, además de contemplar la capacitación de mujeres para participar en los procesos de paz, atiende a la formación y el análisis del impacto de la presencia de las mujeres y las estrategias para su inclusión efectiva; es decir, estudiar en qué se está fallando para incluir a quienes llevan años formándose.

Especialmente interesante es el hecho de que la resolución plantee el compromiso de integrar la perspectiva de género en el análisis del extremismo violento, así como la necesidad de escuchar la voz de las organizaciones de mujeres afectadas por este tipo de acciones. Se plantea también el ambicioso objetivo de duplicar a lo largo de los próximos cinco años, con los recursos existentes, el número de mujeres en los contingentes militares y en la policía que trabaja en las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU.

La Resolución 2242 destaca, como hacen las anteriores, la necesidad de contar con más mujeres como líderes en la toma de decisiones en los organismos relacionados con la paz y la seguridad. Se declara la intención de crear un grupo informal de expertos en asuntos de “mujer, paz y seguridad” que asegure la participación femenina y el flujo de información sobre el impacto del conflicto en las mujeres.

Se reconoce la insuficiente financiación destinada a lograr estos objetivos y el consiguiente detrimento para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. A este respecto, España se compromete a contribuir con un millón de euros en 2016, la misma cantidad que Reino Unido.

La delegación española entregó una nota para el debate que aprobó la Resolución 2242 que comenzaba con la siguiente frase: “Invertir en participación tiene un destacado impacto en la prevención”. Su certeza y pertinencia estriba en que las mujeres representan al menos la mitad de la población y su apoderamiento es condición sine qua non para lograr una paz duradera y sostenible para todos. Como subrayaba Mari Skåre, representante especial de la OTAN en asuntos de mujer, paz y seguridad: “No podemos permitirnos no incluir a las mujeres. No es simplemente una cuestión que beneficie a las mujeres, sino que beneficia a toda la sociedad, hombres y mujeres, niños y niñas”.

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