Ucrania: elecciones en un país “lost in translation”

 |  26 de octubre de 2012

 

Ucrania celebra elecciones generales el 28 de octubre. Los sondeos indican que el Partido de las Regiones, la formación del presidente Victor Yanukovich, será el más votado con el 25% de los sufragios, mientras el partido opositor Batkivshina, que lidera desde prisión Yulia Tismoshenko, será la segunda fuerza del país con una intención de voto de casi el 20%. Los parámetros democráticos de las elecciones son puestos en duda por organismos e instituciones internacionales.

En octubre de 2011, Timoshenko fue sentenciada a siete años de prisión por abuso de poder y por haberse extralimitado en sus funciones al firmar acuerdos de importación de gas con Rusia “altamente onerosos” para el Estado, según las autoridades ucranias. Por el momento, Timoshenko ya no puede apelar a ninguna instancia en su país y lo único que le queda es recurrir al Tribunal de Estrasburgo. La Unión Europea no ha logrado que Ucrania revise el caso y deje en libertad a la ex primera ministra, lo que ha causado tensión en las relaciones entre la UE y Kiev.

Ucrania se encuentra, una vez más, llena de interrogantes internos y externos. Como explica Jesús López-Medel en Política Exterior 149 (septiembre-octubre 2012), hay algo que diferencia a Ucrania del resto de Estados nacidos tras la desintegración de la URSS, salvo quizá los bálticos. En Rusia, tras la efímera primavera de la libertad vivida durante una parte de los mandatos de Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin, la regresión democrática protagonizada por Vladimir Putin desde 2000 ha sido evidente. En el caso de Bielorrusia, Alexander Lukashenko gobierna casi desde un primer momento con un estilo genuinamente soviético, en un país definido como “la última dictadura europea”.

“Ucrania es peculiar –afirma López-Medel–, pues es el único país exsoviético donde se ha producido no uno sino dos relevos presidenciales a través del cauce electoral”. Al margen de las repúblicas bálticas, de Georgia y ahora Moldavia, que vuelan por sí mismas, en la mayoría de los Estados surgidos tras la caída del bloque soviético el inmovilismo político ha sido la norma desde 1991, con permanencia en ocasiones de los mismos dirigentes –o de sus hijos–. Frente al estancamiento previo, Ucrania ha actuado desde 2004 como un “cangrejo”, en palabras de López-Medel, combinando pasos adelante con otros atrás en su andadura hacia la libertad. El país habría experimentado algo parecido a un “lost in transition”, según la politóloga rusa Lilia Shevtsova.

Hasta 2004, el presidente Leonid Kuchman dirigió el país por cauces comunistas y de concentración de poder, hasta que en las elecciones de octubre de ese año pretendió dar paso a su primer ministro, Viktor Yanukovich. Frente a él se alzaba el “bloque naranja” liderado por Viktor Yushenko y apoyado por Timoshenko. Las elecciones las ganaron las fuerzas democráticas y liberales de estos últimos. Tras Georgia en 2003, Ucrania era el segundo país donde las revoluciones de colores –temidas por Moscú– tenían éxito.

Sin embargo, las expectativas generadas por la “revolución naranja” en Ucrania se esfumaron. Como explica López-Medel, las luchas intestinas entre los líderes políticos, la inestabilidad consecuencia en parte del alto transfuguismo, la vigencia de una poderosa e influyente oligarquía y la corrupción fueron los principales factores de un deterioro notable, al que también contribuyó el desgaste causado por las “guerras” de Rusia por el suministro energético.

En 2010, debido al deterioro del apoyo popular a los sectores más liberales, castigados por sus desencuentros y personalismos, Yanukovich ganó las presidenciales. Desde entonces, se ha producido una regresión democrática. Los lazos con Moscú se han estrechado. Y en sectores crecientes de la población existe la percepción o el temor de que la crisis económica está “congelada” y que estallará tras las elecciones.

 

Para más información:

Jesús López-Medel, «Las dos almas de Ucrania: el cangrejo y el futuro». Política Exterior 149, septiembre-octubre 2012.

The Economist, «Ukraine’s future: The dictator of a pluralistic country». Artículo, octubre 2012.

Olga Shumylo-Tapiola, «The Three Uncertainties of Ukraine’s Parliamentary Elections». Carnegie Endowment for International Peace, octubre 2012.

 

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