El cabeza de lista de Ciudadanos al Parlamento Europeo, Luis Garicano, durante un acto de campaña el 12 de mayo en Madrid/GETTY

Una política exterior para el siglo XXI

Luis Garicano
 |  23 de mayo de 2019

España se beneficia de las sociedades y las economías abiertas. Sin embargo, estos beneficios no han llegado a todos los españoles de la misma forma, y sus jóvenes o las personas que llevan mucho tiempo buscando un empleo exigen más del país. La falta de reformas institucionales y económicas necesarias hizo que la crisis económica afectara de forma más agresiva a los más vulnerables, tanto a nivel nacional como en la Unión Europea. Los populistas y los nacionalistas se han servido del inmovilismo de los partidos tradicionales a derecha e izquierda para explotar esos focos de descontento y convertirlos en desafección y rabia contra el proyecto de país y contra el proyecto común europeo.

La alternativa que presenta Ciudadanos para España y para Europa es una opción centrada, reformista y renovadora en la que los españoles puedan beneficiarse de la prosperidad cuando las cosas van bien, pero también uno en el que se sientan protegidos cuando la situación lo requiere. Esta alternativa tiene también una clara vertiente exterior, para mostrar que España es una sociedad y una economía abierta al mundo, capaz de renovarse y con unos altos estándares democráticos.

 

España y la globalización

La globalización ha traído nuevas oportunidades para el crecimiento y para la creación de empleo, abriendo nuevas fronteras para las empresas españolas. Esta apertura de las economías del mundo ha hecho que, en los últimos 25 años, más de 1.000 millones de personas hayan podido salir de la pobreza extrema, con la tasa global de pobreza cayendo del 36% al 10%. Las nuevas clases medias de países como China e India están ganando poder adquisitivo, lo que también se traduce en una nueva oportunidad de mercado para las empresas españolas y europeas. De hecho, es precisamente la globalización y la apertura de las economías mundiales lo que permitió a España superar la crisis económica de 2008. El enorme esfuerzo que tuvieron que realizar los españoles habría sido aún mayor de no ser porque sus empresas pudieron abrirse al exterior.

En 2010 y 2011, dos de los peores años de la crisis en España, las exportaciones crecieron un 15,5% y un 20,4%. Los años siguientes ese crecimiento ha continuado, aunque por debajo del 10%, ralentizándose especialmente en el último año, donde ha sido solo de un 2,9%. Además, este crecimiento exportador se da principalmente gracias a las pymes: según HSBC y Esade, entre las empresas que no cotizan en bolsa las exportaciones han supuesto en torno a un 71% de sus ingresos, mientras que esta cifra es de solo el 29% para las grandes empresas que sí cotizan en bolsa. Es decir, las economías abiertas benefician no solo a las grandes empresas, sino en especial a todos esos pequeños empresarios que crean empleo en España y que llevan la imagen del país a todos los rincones del mundo.

Al mismo tiempo, la globalización también ha permitido que la sociedad española se vuelva más abierta y más diversa. En los años previos a la crisis, España experimentó un fuerte crecimiento demográfico porque era un país atractivo para la inmigración. En el año 2000, por ejemplo, España registró el mayor crecimiento demográfico en 30 años, gracias a todas las personas que buscaban en el país oportunidades laborales, y que contribuían con su esfuerzo al sostenimiento del modelo de bienestar.

La respuesta de la sociedad española ante esa ola migratoria ha sido ejemplar, como también lo siguen siendo los niveles de tolerancia y aceptación hacia la inmigración entre los españoles, incluso cuando han repuntado las llegadas al país en los últimos años. Según una encuesta de Pew Research de marzo de 2019, España era el país donde los ciudadanos se mostraban más favorables a la inmigración, con solo un 30% de los españoles partidarios de restringir la entrada de inmigrantes. Además, el 56% de los españoles creen que la inmigración hace a la sociedad más fuerte. Como país de emigrantes, los españoles son conscientes de la fortaleza que tienen quienes emigran a otro país para poder contribuir a su prosperidad y su bienestar.

Este contexto, de un país optimista y abierto al mundo, pero sujeto a los grandes cambios que nos trae la globalización, es en el que debemos desarrollar una política exterior para el siglo XXI. Una política europea, basada en valores y en la defensa de nuestro principal activo común: el español, llevada a cabo por un servicio diplomático renovado.

 

Una Europa unida y eficaz

El primer pilar del proyecto exterior de Ciudadanos debe ser sin duda Europa. Para Ciudadanos, la Unión Europea no es política exterior, pero juega un papel fundamental a la hora de maximizar la proyección exterior del país. España, como cualquier otro país europeo, es demasiado pequeña para enfrentarse a las nuevas dinámicas del mundo en solitario. El cambio climático, el terrorismo o la transformación de la economía no conocen fronteras, por lo que nuestras soluciones tampoco pueden diseñarse únicamente desde dentro del país. Por suerte, los españoles cuentan con un instrumento único para enfrentarse a los retos del siglo XXI: la UE. Es a través de su representación y su voz dentro de la primera potencia económica y comercial del mundo como pueden aprovechar las oportunidades que ofrece la globalización y tener la suficiente fuerza como para hacer frente a los retos del futuro. Si España tuviera que negociar un acuerdo comercial con Japón o con Estados Unidos, no podría hacer valer sus intereses de la misma forma que lo puede hacer Europa como conjunto, lo que se traduce en mejores opciones para las empresas y los ciudadanos españoles.

En Ciudadanos defendemos un europeísmo crítico, uno que reconoce los logros que la UE supone para España, pero que también es consciente de que queda mucho por hacer para dar respuesta a las preocupaciones de los españoles. Por ejemplo, la crisis económica de 2008 y la crisis migratoria de 2015 demostraron que tanto la unión económica y monetaria como el sistema común europeo de asilo necesitaban completarse para funcionar de manera correcta.

Más recientemente, la huida del expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, por sus cuentas pendientes con la justicia demostró que lo mismo ocurre con el espacio de libertad, seguridad y justicia. No podemos permitir que unos pocos aprovechen el derecho de todos los europeos a moverse libremente para poner en cuestión el Estado de Derecho en España.

Por ello, creemos que es necesario canalizar ese europeísmo crítico a través de una alternativa reformista y renovadora que se atreva a cambiar Europa a mejor. Los españoles son mayoritariamente europeístas, pero comparten ese espíritu crítico hacia la UE. Un sondeo del Eurobarómetro de marzo de 2019 mostraba que el 83% de los españoles se siente ciudadanos europeos, por encima del 71% que se identifica como tal en toda la UE. Por ello, les debemos a los españoles escuchar sus preocupaciones e intentar darles respuesta de forma común europea. El 52% de los españoles considera que el paro es el principal problema al que nos enfrentamos, y el 49% cree que aún no ha llegado lo peor. Por eso, desde Ciudadanos queremos impulsar un seguro común europeo de desempleo y la adopción de un presupuesto común para la zona euro que pueda proteger a los españoles con inversiones productivas ante situaciones de crisis.

Además, queremos un cambio radical en la forma en la que funciona la Unión y en la conexión que los españoles tienen con ella. Creemos que es necesario avanzar hacia una nueva Europa en la que todos compartamos unos mismos derechos y libertades, también un mismo mercado interior para nuestras empresas, pero donde los países miembros puedan decidir las áreas en las que se integran. Una vez que hayan decidido compartir decisiones, no podrán eludir sus responsabilidades. Por ejemplo, si unos países deciden participar en el espacio de libertad de movimiento, también deben compartir responsabilidades a la hora de procesar solicitudes de asilo y de acoger refugiados. De esta forma, las reticencias de algunos países no frenarán el progreso de todos los que sí quieran avanzar en soluciones comunes a los problemas de los ciudadanos. El influyente think tank económico Bruegel ya hizo una propuesta en este sentido en septiembre de 2018.

Por último, queremos eliminar trabas burocráticas a la hora de que los agricultores, pymes y la sociedad civil española puedan acceder a apoyo financiero, haciendo el proceso de solicitud de fondos europeos más sencillo y accesible. Los recursos públicos europeos deben utilizarse de la forma más eficiente posible, aprovechando al máximo su capacidad de contribuir a la eficacia y la competitividad de la Unión, por lo que también propondremos eliminar duplicidades entre agencias, organismos y comités a nivel europeo, así como concentrar todo el trabajo del Parlamento Europeo en Bruselas. Finalmente, queremos que los eurodiputados tengan una mayor vinculación con los votantes, actuando como verdaderos representantes de los españoles y no únicamente como divulgadores de los asuntos europeos. Solo así podremos poner a España y a los españoles en el lugar que se merecen como parte del proyecto común de futuro que es la UE.

 

Una política exterior basada en valores

El segundo pilar de la acción exterior de España que defiende Ciudadanos es la promoción y defensa de los derechos y libertades fundamentales. Al caer el muro de Berlín y finalizar la guerra fría, muchos pensaban, como Francis Fukuyama, que la democracia liberal había triunfado y que la historia, entendida como confrontación de modelos ideológicos opuestos, había llegado a su fin. En los años posteriores a la caída del comunismo, el este de Europa fue integrándose en la Unión Europea, y en el resto del mundo cada vez más países abrazaban el modelo occidental de democracia liberal.

Sin embargo, el informe de 2018 de Freedom House sobre derechos y libertades en el mundo muestra que la democracia ha sufrido un retroceso durante más de 10 años. Este deterioro no solo se debe a la consolidación de regímenes autoritarios como Rusia o China, sino también a fuertes caídas en países que eran ejemplo de progreso democrático: Turquía, Polonia, Hungría y Brasil, o incluso democracias más longevas, como Italia y EEUU.

En España, hemos visto cómo los independentistas han instrumentalizado las instituciones de Cataluña para intentar quebrar el orden constitucional, rompiendo los consensos de la Transición entre catalanes y entre catalanes y el resto de españoles. Esto supone también un retroceso en derechos y libertades, no solo porque se ha intentado hurtar a todo el país de la posibilidad de decidir sobre su futuro, sino también porque se ha consumado el atropello a los derechos y libertades fundamentales de los catalanes, en especial de quienes no comparten el discurso independentista. El nacionalismo y el populismo están erosionando la democracia liberal por todo el mundo, y por desgracia España no ha estado al margen de esta tendencia.

Desde Ciudadanos hemos plantado cara al nacionalismo en Cataluña y en el resto de España, para proteger y defender los derechos y libertades de todos los ciudadanos frente a los abusos de los independentistas y ante el inmovilismo de conservadores y socialistas. Ese compromiso con los derechos y libertades se evidencia también en nuestro proyecto exterior. En Europa, hemos luchado activamente por desenmascarar el discurso independentista, demostrando que su proyecto no es más que una nueva expresión del populismo nacionalista que se extiende por otros rincones de nuestro continente y que pretende levantar fronteras entre ciudadanos. Así, hemos conseguido convencer a la familia liberal y demócrata de lo necesario que era expulsar al PDeCAT del grupo parlamentario que compartimos los reformistas pro-europeos del centro político.

Además, Ciudadanos ha defendido sin descanso los derechos humanos y la calidad democrática en Venezuela, y ha liderado iniciativas para proteger a los venezolanos tanto en su país como cuando deciden escapar de la miseria en la que les ha sumido Nicolás Maduro. Por ejemplo, Ciudadanos consiguió que el Congreso de los Diputados de España aprobara pedir al gobierno la activación de la protección temporal para que los ciudadanos venezolanos que llegan al país puedan tener acceso a un permiso de residencia y de trabajo. Sin embargo, los gobiernos del PP y del PSOE han mirado hacia otro lado ante el drama del éxodo venezolano.

También creemos necesario reforzar el papel de España como socio europeo preferente de la consolidación de los derechos humanos, la estabilidad institucional y el desarrollo sostenible en América Latina y África, por los lazos históricos con estos continentes y la posición geográfica privilegiada. En este sentido, la cooperación para el desarrollo sigue siendo necesaria, especialmente dirigida a los países de menor renta y a los sectores de población más vulnerables en los países de renta media. Por ello, Ciudadanos ha sido partícipe del acuerdo parlamentario para dedicar un 0,4% de nuestra renta nacional a la cooperación en 2020, y ha centrado su acción en la alineación de nuestros esfuerzos de cooperación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 de Naciones Unidas.

Sin embargo, en Ciudadanos creemos que hay que repensar y reformar el marco de cooperación, enfocándolo más hacia la evaluación de resultados, potenciando los instrumentos que funcionan y reduciendo las trabas burocráticas. Por ejemplo, el 45% de los fondos presupuestados para la cooperación entre 2012 y 2016 se quedaron sin ejecutar, principalmente por la baja ejecución del Fondo para la Promoción del Desarrollo. El gobierno de Pedro Sánchez, que pedía su reforma cuando estaba en la oposición, decidió darle aún más fondos en el proyecto de presupuestos para 2019. Es decir, el PSOE quiso otorgar más recursos públicos a un instrumento que no funciona ni da los resultados esperados.

Asimismo, en Ciudadanos creemos que el dinero de los españoles debe utilizarse de forma sensata y dedicarse a los proyectos y fondos que dan mejores resultados. Debemos aspirar a que la relación entre España y los países a los que dirige su cooperación pase de contribuyente y receptor a socios comerciales. Por ello, queremos impulsar una agenda de “ayuda para el comercio”, en línea con lo planteado ya por la OMC, la OCDE y la Comisión Europea. Además, tal y como reconoce Naciones Unidas, la participación de las empresas es necesaria para poder movilizar todos los recursos necesarios que protejan la democracia y promuevan el desarrollo sostenible en el mundo, porque los presupuestos públicos no pueden soportar por sí solos todo el esfuerzo económico del desarrollo. Destacar el papel de las empresas españolas en el desarrollo sostenible implica que España pueda tener una posición más relevante a la hora de comerciar con estos países, una vez que su estabilidad institucional y económica mejore.

 

El español como activo exterior

Nuestra lengua común es el segundo mayor idioma del mundo en número de hablantes nativos. 500 millones de personas la utilizan como lengua materna y 21 países la mantienen como lengua oficial. Si contamos a las personas que hablan español, la cifra asciende a casi 600 millones, un 7,6% de la población mundial. Es decir, España cuenta con una lengua global, que además es un patrimonio compartido con América Latina y que comprende una gran diversidad cultural.

Pese a esto, el español está siendo objeto de rechazo en países en los que tiene un peso creciente, como en EEUU, o donde lo ha tenido históricamente, como en Filipinas. Donald Trump ha ridiculizado a los políticos estadounidenses que hablan español y ha señalado a los inmigrantes hispanos como objetivo de sus críticas identitarias. Por otro lado, el presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha afirmado que quiere cambiar el nombre de Filipinas –por ser producto de la herencia hispánica– y el español está en claro retroceso entre los ciudadanos filipinos. Además, pese a que el español tiene una gran presencia internacional, no se refleja así en su peso en la producción científica global, donde ocupa el sexto lugar por detrás de idiomas como el ruso o el portugués. En términos económicos, el español solo representa el 6,9% de la economía global, mientras que el chino representa el 18,2% y el inglés alcanza el 55%.

Por ello, desde Ciudadanos creemos necesario repensar la forma en la que España promociona el español en el mundo. Nuestra lengua común debe ocupar el lugar que se merece como idioma en auge, y ganar relevancia en el plano comercial y en el científico. Como patrimonio compartido con muchos otros países de gran relevancia en el mundo –como Colombia, México, Argentina, Chile o Perú–, la estrategia para reforzar su presencia global debe ser también compartida con estos países. En Ciudadanos consideramos que debemos trabajar de forma conjunta con los socios de España en América Latina para contribuir a la promoción del español en el mundo de los negocios y de la ciencia. Además, debemos aspirar a construir una red conjunta para la promoción y la defensa del español en terceros países, así como para proteger el legado hispánico en el mundo frente a quienes quieren reescribir la historia y cerrar los ojos ante las sociedades abiertas.

 

Un servicio diplomático reformado

Finalmente, para poder llevar a cabo nuestra acción exterior en estos tres pilares es necesario que los cimientos sean sólidos. Por ello, consideramos prioritario dar un revulsivo al servicio exterior. España es una democracia moderna y sus profesionales merecen una diplomacia y una cooperación del siglo XXI. El sistema de acceso y ascenso en la carrera diplomática, por ejemplo, debe ser revisado para garantizar que se ajusta a las necesidades de las nuevas tendencias globales, a la digitalización, la diplomacia pública y a la relevancia de actores no estatales en las relaciones internacionales. Además, queremos que el nombramiento de embajadores deje de ser una forma de repartir favores por parte de los partidos políticos, como han hecho los gobiernos del PP y del PSOE con sus cargos internos. En Ciudadanos apostamos por un servicio exterior basado en los méritos profesionales de nuestros diplomáticos y que recompense su esfuerzo sin verse supeditado a los favores políticos del gobierno de turno.

Además, queremos que nuestros cooperantes tengan una mayor seguridad a la hora de desarrollar su labor, sobre todo en países de alto riesgo. No podemos seguir permitiendo que quienes quieren dedicar su talento a ayudar a quienes más lo necesitan tengan que vivir con el miedo de ser objeto de secuestros o agresiones. Por ello, creemos que debemos reforzar los lazos entre nuestros cooperantes y los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, así como de las Fuerzas Armadas, para garantizar que la cooperación española llega allá donde es necesaria en condiciones de seguridad para sus profesionales.

En definitiva, este es el proyecto que Ciudadanos defiende para situar a España en el lugar en el que se merece en este siglo XXI. Un proyecto moderno, reformista y renovado que reconoce que Europa es el futuro. Queremos liderar el gobierno de España para poder llevarlo a cabo, contando con las fuerzas políticas constitucionalistas y, por supuesto, con los profesionales de nuestra acción exterior. El proyecto que defiende Ciudadanos es el de una España más fuerte y renovada en una Europa mejor.

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