La alcaldesa de Ciudad el Cabo, Patricia De Lille, ha ordenado que cuando los niveles de los reservorios –que están en el 29% que tenían en 2014– bajen al 13,5%, el suministro municipal de agua sea cerrado salvo para servicios esenciales y los hospitales. GETTY

Ciudad del Cabo muere de sed

Luis Esteban G. Manrique
 |  13 de febrero de 2018

A mediados del próximo abril, si no lo remedia antes una drástica mejora de los esfuerzos de conservación, Ciudad del Cabo –la segunda de Suráfrica, sede del Parlamento nacional y el destino turístico más popular del continente africano–, podría cruzar el umbral del Día 0: el momento en el que los grifos dejarán de verter agua por una sequía que se prolonga desde hace tres años, la más grave sufrida por el país en décadas.

Para el Día 0 los gobiernos de la ciudad y de la provincia de Western Cape crearán una red de 200 puntos de reparto con camiones cisterna, con un límite de 25 litros por persona al día. Hoy los cuatro millones de capetonians tienen una cuota de 43 litros, frente a los 87 anteriores al 1 de febrero.

Enero, febrero y marzo suelen ser los meses más secos del año en la zona. Las lluvias no llegan hasta junio y duran por lo general hasta agosto. La alcaldesa de Ciudad el Cabo, Patricia De Lille, ha ordenado que cuando los niveles de los reservorios –que están en el 29% que tenían en 2014– bajen al 13,5%, el suministro municipal de agua sea cerrado salvo para servicios esenciales y los hospitales, a fin de prevenir una catástrofe sanitaria.

Hele Zille, jefa del gobierno de Western Cape, reconoce que gestionar la crisis en una ciudad de cuatro millones de habitantes va a ser una “pesadilla logística”. Guardas armados se encargarán de proteger los puntos de suministro y de vigilar que nadie se lleve más agua de la asignada.

Si Ciudad del Cabo –en cuyo entorno florecía una próspera industria del vino por sus temperaturas moderadas y abundancia de lluvias–, llega a ese punto, será la primera gran ciudad mundial que se quede sin agua corriente.

 

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Fuente: The Guardian

 

Riesgo global

En 2015 ,por primera vez el “Global Risk Report” del Foro Económico Mundial –que evalúa 28 riesgos globales según su probabilidad de incidencia en los próximos 10 años–, situó en primer lugar de su lista la falta de agua, muy por encima de la proliferación de armas de destrucción masiva, las crisis financieras o las pandemias globales.

En 2017 la carrera armamentista recuperó el primer puesto, pero los cuatro asuntos siguientes estuvieron todos relacionados con el cambio climático: condiciones atmosféricas extremas, crisis hídricas y desastres medioambientales. No debería extrañar a nadie.

En amplias zonas del mundo la subida de las temperaturas aumenta la evaporación y la intensidad y duración de las sequías. Mientras más dura la falta de lluvias, más se endurece la superficie el suelo, lo que lo impermeabiliza cuando llega el agua, que entonces se evapora o va a los ríos.

La ONU ha advertido que unas 1.800 millones de personas en todo el mundo padecen ya escasez crónica de agua. Desde 1950 la población mundial se ha triplicado, pero el consumo de agua se ha multiplicado por seis.

Según un estudio publicado en Nature Climate Change, de aquí a fin de siglo una cuarta parte de la superficie terrestre se hará mucho más seca, incluso si el aumento de las temperaturas globales se mantiene por debajo de los 2 grados centígrados, el objetivo fijado por los Acuerdos de París.

En el hemisferio norte, donde por lo general las lluvias son abundantes y regulares, esas amenazas son menores, pero en muchos países del hemisferio sur las condiciones hídricas ya han cruzado umbrales peligrosos. Ciudad de México, por ejemplo, una megalópolis que cubre 7.769 kilómetros cuadrados, tiene que traer desde muy lejos el 40% del agua que consume a una meseta, la de Anáhuac, que estuvo alguna vez surcada de lagos.

En la antigua ciudad persa de Isfahan, donde Avicena (980-1037) escribió su célebre Libro de la curación, ya prácticamente ha desaparecido el río Zayanderud, que descendía de los montes Xagros a la meseta iraní, dejando en la ciudad una cicatriz reseca del tamaño del Sena.

 

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Fuente: Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura

 

Escenario a lo Mad Max

La situación actual de Ciudad del Cabo permite vislumbrar un futuro que quizá no esté muy lejano para otras grandes ciudades como El Cairo o Lima, las de mayor población levantadas en zonas desérticas.

Los climatólogos no descartan que la sequía se prolongue dos o tres años más en Western Cape. Si ello sucede, algunos anticipan un escenario a lo Mad Max con los barrios residenciales de la minoría blanca –que vive en chalés y condominios con piscinas y vastas áreas verdes– enfrentados con los más pobres, donde viven millones de personas en un entorno de elevada criminalidad e inmigración irregular de otros países africanos.

El distrito financiero va a ser excluido de las medidas restrictivas del Día 0 para mitigar el daño sobre la economía local, que aun así podría presenciar el cierre en cadena de negocios con elevado consumo de agua.

Según Gina Ziervogel, profesora de la Capetown University, la crisis no es consecuencia tanto de un desastre natural como de la falta de planificación y del injusto reparto de los recursos hídricos y de las inversiones en infraestructuras en una ciudad que casi ha duplicado su población desde 1998.

Pero hasta los mejor planificados sistemas hidrológicos sufrirían en las condiciones actuales de la ciudad surafricana. Según datos oficiales, el 60% de los residentes no cumple con las restricciones acordadas. El consumo actual de la ciudad es de unos 618 millones de litros diarios, frente al límite de 500 millones fijado por las autoridades, que aconsejan reutilizar el agua de los grifos en las lavadoras, lavavajillas y los WC, dejar de lavar coches y regar jardines y limitar las duchas a unos dos minutos.

Para empeorar las cosas, el gobierno de la provincia está en manos de la Alianza Democrática, el único partido que le hace una cierta sombra al abrumador dominio nacional del oficialista Congreso Nacional Africano, cuyo gobierno bajo el liderazgo de Jacob Zuma ha estado marcado por los escándalos de corrupción y por el estancamiento económico.

Terry Winstanley, un abogado surafricano experto en asuntos medioambientales, sostiene que las plantas desalinizadoras y la mayor explotación de los acuíferos subterráneos son unas de las pocas opciones viables. El problema es que ninguna de esas soluciones estará disponible antes del Día 0 o de que llegue la temporada de lluvias… si es que llega.

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