Argentina 2012: continuidad o radicalización

 |  27 de octubre de 2011

Cristina Fernández ha sido reelegida presidenta de Argentina en primera vuelta para un nuevo mandato. Un 54% de los votantes le dieron su apoyo, un récord histórico. Fernández ha obtenido además, con la renovación parcial de las Cámaras, la mayoría absoluta en ambas, y con las elecciones a gobernadores en nueve provincias, el control de 20 de las 24 del país. El peronismo sigue más vivo que nunca en Argentina.

En el próximo número de Política Exterior, noviembre-diciembre de 2011, Sergio Berensztein analiza esta nueva etapa que califica de “hiperpresidencialista”. Profesor de ciencia política de la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires, Berensztein analiza las causas y consecuencias de este nuevo fenómeno, avalado por la debilidad de los partidos, la ineficiencia del Estado y la baja calidad de la política. Y advierte que pese a las buenas cifras de hoy, la economía es el talón de Aquiles de Argentina.

Inaugurado por su esposo, Néstor Kirchner, fallecido hace un año, este es el tercer mandato consecutivo del peronismo kirchnerista, que comenzó su andadura en 2003. Pocos pueden hacerle sombra hoy. El segundo en las elecciones, el socialista Hermes Binner, apenas ha conseguido el 17% de los sufragios. La razón de este éxito es la marcha de la economía y la percepción general de que el gobierno lo ha hecho relativamente bien. Las dudas sobre el rumbo que adoptará Fernández, sin embargo, afloran.

“Con toda la iniciativa política en su poder –explica Berensztein—, estaría en condiciones de reinventar su administración convocando a un equipo idóneo y respetado de colaboradores, y otorgando un marco de previsibilidad para todos los actores económicos, políticos y sociales”. Podría incluso instalar la cuestión de la crisis internacional como un incentivo adicional para sumar voluntades y reducir los costes que indudablemente traerá aparejado el nuevo contexto global, añade el profesor de la Torcuato Di Tella. “O, por el contrario, podría continuar maximizando los recursos simbólicos y materiales del hiperpresidencialismo e incluso radicalizar los lineamientos de su gestión, impulsando un estatismo aún más exacerbado y una reforma constitucional que le permita perpetuarse en el poder”.

Según Berensztein, la opción más probable es la continuidad del modelo, con el fortalecimiento de su figura, el avance de los sectores de izquierda de la coalición de gobierno y una creciente intervención estatal. Aunque no hay que descartar la radicalización, perpetuándose Fernández en el poder, exacerbando el estatismo y avanzando sobre la propiedad privada, los medios de comunicación y la cooptación de líderes sociales y de oposición sindicales.

Como concluye Berensztein, la disyuntiva que enfrenta es la misma que tuvo siempre la Argentina contemporánea y que hasta ahora no ha podido superar con éxito.

Para más información:

Joaquín Morales Solá, «Argentina, el sistema de los Kirchner». Política Exterior núm. 120, noviembre-diciembre 2007.

Luis Esteban G. Manrique, «Perón: el maestro del populismo». Política Exterior núm. 110, marzo-abril 2006.

Guillermo Medina, «Argentina y Brasil: convergencias y disonancias». Política Exterior núm. 96, noviembre-diciembre 2003.

 

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