Contar con una Constitución en Siria después de la caída de la dictadura de Bashar al Assad, presenta complejos desafíos. Esta debería ser el marco para construir una democracia inclusiva de diferentes identidades, garantizar derechos universales; fortalecer la unidad nacional ante las injerencias externas que han marcado su historia; construir instituciones estatales fiables; y orientar la reconstrucción económica con justicia social.
El pasado 13 de febrero el enviado especial del secretario general de la ONU para Siria, Geir O. Pedersen, presentó un informe ante el Consejo de Seguridad de la ONU sobre la situación del país a partir de la caída de la dictadura de Bashar al Assad y la toma del poder por una coalición de grupos armados. En su reciente visita a Siria, Pedersen, diplomático noruego, encontró una convicción compartida de que el éxito de la transición política es una esperanza esencial.
En diciembre de 2024 el grupo armado Hayat Tahrir al Sham (HTS), junto con la coalición del Ejército Nacional Sirio (ENS) y una serie de grupos armados del Sur del país, derrocaron en pocos días al debilitado ejército de Al Assad tras una guerra civil de 14 años. Ahora, el futuro de Siria y de la región, luego de la ofensiva de Israel en diversas direcciones, incluyendo la ocupación de territorio sirio, es incierto. El HTS, declarado organización terrorista por la ONU, Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido, designó un gobierno de transición, decretó una amnistía general para los efectivos de las fuerzas de Al Assad; abolió el Parlamento (dominado por el partido Baaz), las milicias asociadas al régimen, y la Constitución de 2012; también anunció el respeto y protección de las minorías; y declaró su voluntad de desarmar a los numerosos grupos armados no estatales.
Diversos grupos armados siguen disputándose el control territorial….