POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 66

Europa sin Helmut Kohl

Editorial
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Con la derrota de Helmut Kohl en las elecciones del 27 de septiembre, no sólo termina un capítulo de la historia alemana; desaparece también de la escena política internacional uno de los artífices del mundo de la posguerra fría. Sorprendiendo a casi todos a lo largo de su carrera política, Kohl se ha mantenido dieciséis años en el poder, derrotando hasta a cuatro diferentes candidatos de la oposición socialdemócrata. Por otra parte, la reunificación le ha asegurado un lugar en la historia como un gran líder de Alemania. La reunificación es su gran obra y, también, en cierto modo, la causa de su derrota.

Nada de esto oscurece su carrera. Helmut Kohl fue ante todo un hombre a la altura de su dificilísima función internacional y, también, como consecuencia de ello, en términos nacionales. Ahora que ha sido derrotado, nos parece justo rendirle este homenaje.

Hay que reconocer una característica personal a Kohl: su distanciamiento, su alergia a la pompa, su ironía permanente ante sí mismo, no ante la función de canciller. En su fuero interno, Kohl solía repetirse las palabras de Juan XXIII, alzado en la silla gestatoria: “No te lo creas, Angelo…”. Sin majestad y sin embargo con toda dignidad, Kohl acertó a representar a la Alemania moderna. Fue un líder de obra duradera, en un mundo del que sus dirigentes se ausentaban poco a poco. Cronológicamente fue testigo de las retiradas de Reagan, Thatcher, Bush, Mitterrand, Deng… No fue un democristiano al uso sino un conservador clásico que adoptó decisiones revolucionarias de largo alcance. Pues ¿qué otra cosa es la Unión Económica y Monetaria sino un giro radical en el corazón de Europa? ¿Qué representa la vertiginosa aceleración que él imprimió al hundimiento del comunismo? ¿Qué es esta acumulación en la que se suman, en algunas semanas,…

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