POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 74

Haider y Putin, fantasmas de Europa. Para fortalecer la democracia

Editorial
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Lejos de terminar, la historia avanza cada vez más aprisa. Los acontecimientos en Austria –tras la inclusión en el nuevo gobierno de seis miembros del Partido de la Libertad de Jörg Haider–, las revelaciones sobre la financiación oculta de la CDU en Alemania y las críticas del ex presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, sobre la estrategia de ampliación de la Unión Europea (UE) no son hechos inconexos. Tampoco lo es la llegada al poder en Moscú de Vladimir Putin: Rusia no forma parte de la UE, pero condicionará su desarrollo durante muchos años.

El vacío ideológico de Putin, la violencia salvaje de las unidades rusas en Chechenia, las amenazas y chantajes de los invasores, la reaparición de campos de internamiento, la desaparición de Andrei Babitski, periodista incómodo, y sobre todo la dirección de esta guerra de exterminio, acreditan a Putin como un represor estaliniano, por muchas coberturas tecnocráticas con que se quiera revestir. Si es elegido presidente en marzo, como parece, Rusia permanecerá anclada en el siglo XIX, es decir, en esa mezcla de corrupción, salvajismo represivo y ficción de apertura que caracterizaron una larga etapa, desde Nicolás I a la muerte de Lenin. Si Rusia opta por construir un orden jurídico en el que el Derecho encauce la liberalización –es decir, lo contrario de las privatizaciones a favor de los depredadores– el nuevo giro histórico la acercaría poco a poco a la UE. Los signos anuncian que Putin mantendrá a Rusia en su primitiva autocracia, como un Estado devorador de territorios.

En el Consejo Europeo de Helsinki del pasado mes de diciembre, los líderes comunitarios respondieron a las exigencias de una economía global y de su insuficiencia tecnológica y defensiva mediante una doble decisión: multiplicar el número de candidatos a la ampliación –incluyendo a Turquía– y dotarse…

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