En la ciudad donde nací no hay una revolución todas las noches. Nací en Trípoli, en 1959, durante la revolución argelina. En el momento en que escribo estas líneas, unos aviones caza bombardean a los manifestantes en la capital libia. Estoy conmocionado, frente a Al Yazira, en mi casa en Argel. Me convertí en adulto en un movimiento por las libertades democráticas, la “primavera bereber” de 1980. En mi país, el pluralismo político llegó 10 años más tarde y el pluralismo lingüístico esperó 20 años. ¿Derribar a tres dictadores árabes en dos meses con menos de 500 muertos? No pensé en
pedir ese deseo la noche del pasado 31 de diciembre. Hubiese votado por cero muertos ya que un deseo no compromete a nada. Pero las grandes democracias nos han insinuado tantas veces que Túnez no podía ser Praga y que El Cairo no era Budapest que casi hemos renunciado a hacerles
entender que se equivocaban…
AFKAR-IDEAS > NÚMERO 29


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