AFKAR-IDEAS  >   NÚMERO 16

La pasión africana de China

Xulio Ríos
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Además de satisfacer sus necesidades energéticas, China quiere abrir mercados a sus multinacionales y extender su influencia política.

A pesar de su lejanía geográfica y de la ausencia de rasgos culturales comunes, en los últimos años, China ha revalorizado de forma significativa su política africana. La promulgación el año pasado de su Libro Blanco sobre África, ha servido para confirmar que este continente constituye una de sus prioridades diplomáticas. Sus cartas de presentación no solo exhiben el éxito de su actual desarrollo sino que recuerdan su implicación en las luchas contra la colonización de algunos países, su militancia tercermundista y a favor del no alineamiento, y la defensa de principios como la no injerencia en los asuntos internos, referencias todas ellas muy valoradas por el conjunto de los países africanos, y que establecen un marco de respeto mutuo imposible de tener en su relación con las potencias occidentales. China se presenta en África como el “gran hermano” de los países del Sur que anhela y postula un desarrollo compartido y el progreso mutuo. Para hacer creíble su diplomacia, argumentada como una opción alternativa a la promovida por los países occidentales, ha estructurado e institucionalizado diferentes medios de intervención privilegiando la dimensión económica, pero sin descuidar otros aspectos, como los relacionados con la cultura o la seguridad. Al final de la cumbre China-África celebrada en Pekín en noviembre de 2006, el presidente argelino Abdelaziz Buteflika señaló que China y África pueden establecer una asociación de nuevo tipo, mutuamente ventajosa, alejada de las consecuencias de la historia colonial y de una concepción paternalista de la ayuda al desarrollo.

La compatibilidad sino-africana es casi natural, reiteran los dirigentes chinos, destacando su necesidad de materias primas y la disponibilidad de capital, especialmente ahora que cuenta con el mayor volumen de reservas del planeta y…

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