El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, hace una pausa mientras habla antes de reunirse con la vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, en el campus de la Casa Blanca el 21 de mayo de 2021 en Washington, DC. BRENDAN SMIALOWSKI. GETTY

Corea del Sur, un pequeño gigante a la sombra de dos colosos

Considerada como ‘el milagro económico del este asiático’, Corea del Sur se ha convertido en el país más innovador del planeta, a pesar de estar rodeada por dos potencias económicas, como son China y Japón, y amenazada por los misiles nucleares de Corea del Norte.
Isidre Ambrós
 |  15 de junio de 2021

Por regla general, los surcoreanos no acostumbran a transmitir optimismo sobre la marcha de su país. Siempre se muestran preocupados por la evolución de su economía y temen que pueda ir a peor. Es un sentimiento bastante extendido entre la población, que se ha agudizado tras la irrupción del Covid-19. Sin embargo, Corea del Sur es de los países que está saliendo mejor parado de la pandemia. Solo contabiliza 148.000 casos y 1.988 fallecidos. Unos resultados muy inferiores a los 3,7 millones de contagiados y 80.500 muertos de España, con unas cifras de población muy similares, ya que los surcoreanos suman 51,7 millones y los españoles, 47. Su éxito, sin embargo, no se limita tan solo al ámbito sanitario. Son un país puntero en tecnología, que se ha erigido como el país más innovador del mundo tras destronar a Alemania, según Bloomberg. Y todo ello pese a estar rodeado por dos potencias económicas como China y Japón, y bajo la amenaza de los misiles nucleares de Corea del Norte.

 

corea del sur

Fuente: Bloomberg

 

El año pasado fue atroz debido al coronavirus. Nadie lo cuestiona, pero tampoco son pocos los economistas que opinan que Corea del Sur cerró ese ejercicio con menos cicatrices económicas que otros países desarrollados. La contracción de su economía se limitó al 1% del PIB, según el banco central surcoreano. Un resultado que reforzó la estrategia de su presidente, Moon Jae-in, de contener los brotes de coronavirus sin un cierre masivo para evitar un desplome de su economía.

En ese envite Moon no estuvo solo, sino que contó con la complicidad de los surcoreanos. “El verdadero secreto del éxito de Corea del Sur es que todos piensan que la economía no va bien y deben esforzarse para que vaya mejor”, afirmó un veterano economista occidental, asentado en Seúl antes de que estallase la pandemia. Un diagnóstico que los hechos parecen darle la razón, si tenemos en cuenta los efectos de la pandemia y que en sus casi 70 años de independencia, este país devastado por la guerra, sin casi infraestructuras y con una economía de subsistencia es hoy líder en tecnología, industria y educación.

Esta posición puntera se ha alcanzado gracias a una estrecha cooperación entre el gobierno y los grandes grupos industriales privados. La colaboración ha redundado en el desarrollo de tecnología de punta, el registro de patentes y enormes inversiones en investigación, desarrollo e innovación. Estos esfuerzos han llevado a Corea del Sur a convertirse en la economía número 11 del mundo y en la cuarta potencia regional, por detrás de China, Japón e India, con una renta per cápita que ha pasado de los 103 dólares de 1962 a los 31.500 dólares de 2020.

No obstante, este “milagro del río Han”, como los economistas locales definen el rápido desarrollo surcoreano, no solo obedece a unas persistentes inversiones multimillonarias realizadas durante años. También lo atribuyen a la voluntad de superación de la sociedad surcoreana y a su rigidez. “Las claves del éxito también hay que buscarlas en la educación, su capacidad organizativa y la jerarquización de su sociedad”, indicó en su día un veterano diplomático español.

 

«La corrupción es una de las preocupaciones nacionales, sobre todo la relacionada con la connivencia entre el gobierno y los grandes grupos industriales, los llamados ‘chaebol’»

 

Pero en Corea del Sur, un país donde el salario medio es de unos 2.800 euros mensuales y los escolares pueden tener clases de refuerzo hasta las diez de la noche, no todo son luces de neón. También tiene sus partes oscuras. La corrupción es la más inquietante, sobre todo la relacionada con la connivencia entre el gobierno y los grandes grupos industriales, los llamados “chaebol”. Una relación que afloró de forma escandalosa en 2016, cuando la entonces presidenta del país, la conservadora Park Geun-hye, fue acusada de tráfico de influencias. El proceso terminó con su destitución y condena a 25 años de cárcel por corrupción y abuso de poder. El proceso salpicó a varias de las grandes familias de los principales chaebol, como Samsung, cuyo heredero fue sentenciado a pena de cárcel por soborno.

En medio de esta agitación política y social, Moon, líder del liberal Partido Democrático, ganó las elecciones presidenciales en mayo de 2017 con la promesa de acabar con la corrupción y restaurar la imagen del país. Desde entonces, su lucha se ha concentrado en reducir la influencia de los chaebol, que representan el 60% de la capitalización bursátil, y de Samsung, que supone el 20% del PIB nacional. En paralelo, Moon también se bate por potenciar a las mujeres en las empresas y por reducir el paro juvenil, que se eleva al 9% (aunque algunos economistas calculan que supera el 20%), frente a una media nacional del 4%. A ello suma un plan para frenar la baja natalidad que incluye incentivos para las familias, tras revelarse que 2020 fue el primer año en la historia del país en que la cifra de fallecidos superó la de nacimientos.

Estas iniciativas no son óbice, sin embargo, para que el rechazo a Moon entre los surcoreanos alance el 57,9%. Una desafección que beneficia a la oposición, cuyo conservador Partido del Poder del Pueblo lidera los sondeos con un 38% de intención de voto, frente al 29,7% del Partido Democrático del presidente.

 

«El papel mediador de Moon entre Corea del Norte y EEUU fue decisivo para la celebración de las cumbres entre ambos países; desde entonces, el nivel de amenazas de Pyongyang ha descendido de forma significativa»

 

Moon intenta compensar esta pérdida de popularidad con una mayor proyección exterior. Un campo donde ha cosechado éxitos al imponer su plan de desnuclearización de la península coreana. Su papel mediador en el diálogo entre Corea del Norte y Estados Unidos fue decisivo para la celebración de las cumbres entre los dos países y desde entonces el nivel de amenazas de Pyongyang ha descendido de forma significativa. Un protagonismo que pretende retomar ahora con el nuevo presidente de EEUU, Joe Biden.

Ante Europa, el líder surcoreano juega la carta de la excelencia industrial y tecnológica para favorecer las exportaciones de su país. Como parte de esa estrategia, Moon visita España entre los días 15 y 17 de junio, en el marco de las celebraciones de los 70 años de relaciones bilaterales y como respuesta al viaje que realizaron los reyes de España a Corea del Sur en 2019. Con esta visita, se pretende profundizar la cooperación industrial y tecnológica entre los dos países.

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