Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: el juego qatarí

 |  2 de mayo de 2011

Las partidas simultáneas de Qatar.

El reconocimiento oficial del gobierno rebelde libio por parte de Qatar, su participación en la misión de la OTAN con 12 cazas Mirage y su ayuda a Bengasi para que comercialice su petróleo y financie así su esfuerzo bélico contra Muammar el Gaddafi, han sido las últimas pruebas de la ambiciosa política exterior del pequeño emirato del Golfo, poseedor del 14% de las reservas globales de gas (las terceras del mundo) y las duodécimas de petróleo. Según el ministro de Defensa francés, Gérard Longuet, Qatar es “esencial” para el esfuerzo aliado en Libia.

Qatar tiene la mayor renta per cápita del mundo y un “poder blando” de alcance global a través de la cadena de televisión Al Jazeera, financiada con fondos públicos. La importancia geoestratégica del emirato la subraya el hecho de que albergue el cuartel general del Pentágono (US Centcom) en Oriente Próximo en su base de Al Udeid, que dispone de la pista de aterrizaje más extensa de la región.
Como en Arabia Saudí, en Qatar predomina el wahabismo, una de las corrientes más rigoristas del islam, aunque no es la religión del Estado. Sin embargo, la sociedad catarí es una de las más liberales del mundo árabe en materia de costumbres. Al Jazeera brinda una tribuna a los disidentes árabes.

La dinastía reinante de los Al Thani ha convertido al país en uno de los centros financieros y de negocios más importantes entre Londres y Hong Kong. Qatar es, además, uno de los pocos miembros de la Liga Árabe y del Consejo de Cooperación del Golfo que tiene relaciones directas con Israel.

Pero en Qatar, un país de 1,4 millones de habitantes, solo un 25% disfruta de nacionalidad. Los trabajadores extranjeros no tienen prácticamente derechos. A pesar de que Al Jazeera ha contribuido a impulsar las revueltas en Túnez, Egipto, Libia, Siria y Yemen, su entusiasmo por los cambios se enfría notoriamente cuando sus intereses nacionales se ven afectados, como ocurrió cuando la marea revolucionaria llegó al vecino Bahréin.

El régimen proscribe a los partidos políticos según una Constitución otorgada desde el poder y refrendada mayoritariamente en 2003. En el plano exterior, sus arriesgadas apuestas exteriores pueden también acarrearle problemas. Sus fuerzas armadas apenas tienen 11.800 efectivos, lo que le hace sumamente dependiente de la protección de ee uu y Arabia Saudí. Si Gaddafi consigue sobrevivir y el sentimiento regional árabe se vuelca contra la intervención occidental, Qatar podría convertirse en objetivo de represalias de los gobiernos más conservadores.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *