Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: oligopolios

 |  30 de mayo de 2011

Guerra de oligopolios en México.

Las joyas de la corona del imperio empresarial del mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, con una fortuna estimada en 74.000 millones de dólares, son Telmex, que controla el 80% de las líneas de telefonía fija del país, Telcel, que tiene un 70% del mercado de telefonía móvil, y Prodigy Infinity, el mayor proveedor de Internet.

El mercado de las telecomunicaciones mexicano mueve alrededor de 35.000 millones de dólares anuales. Nadie niega el olfato para los negocios de Slim, pero el hecho de que se hiciera con Telmex después de un controvertido proceso de privatización del monopolio público de las telecomunicaciones en 1990, siempre ha alentado las críticas de sus competidores de que Slim le debe tanto a su capacidad empresarial como a sus contactos políticos.

En un reciente informe para justificar la imposición de una multa de 1.000 millones de dólares a Telcel por abuso de posición dominante, la Comisión Federal de la Competencia (CFC) denunció que las grandes compañías mexicanas creen que la ley solo debe aplicarse a sus enemigos.

Las telecomunicaciones de México son las más caras de los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. En penetración de banda ancha, México está por detrás de Brasil y Argentina debido a que el férreo dominio de Telmex del mercado ha inhibido la entrada de operadores extranjeros. Pero esta vez Slim se enfrenta a dos temibles adversarios: Emilio Azcárraga, presidente y director ejecutivo de Televisa, el mayor holding multimedia del país, y Ricardo Salinas, presidente de Azteca TV, la segunda cadena mexicana, y de Iusacell, el tercer mayor operador de telefonía móvil del país.

Azcárraga y Salinas, que habían mantenido durante años una “entente cordial” con Slim, han entrado ahora en un rumbo de colisión con su imperio. Telmex quiere ofrecer a sus clientes un paquete de telefonía, Internet y televisión por cable, argumentando que Televisa y Azteca TV ya lo hacen. Pero los términos de la privatización de Telmex prohíben expresamente su incursión en medios de comunicación audiovisuales. Azcárraga y Salinas critican además las tarifas de interconexión que sus compañías se ven obligadas a pagar a Telmex y Telcel por usar sus redes, las únicas de alcance verdaderamente nacional. Para sellar su alianza, Televisa ha comprado el 50% de Iusacell por 1.600 millones de dólares.

Slim, a su vez, ha retirado toda la publicidad contratada en Televisa y Azteca TV. El formidable poder para inclinar la balanza de la opinión pública del duopolio televisivo de Televisa y Azteca ha comenzado a dar frutos: la Corte Suprema ha dictaminado que Telmex ya no puede seguir utilizando querellas judiciales, que se prolongan durante años, para evadir las decisiones de los organismos reguladores en relación a las tarifas de interconexión. El 29 de abril, el Congreso mexicano aprobó una nueva ley antimonopolios que impone fuertes multas y penas de cárcel a ejecutivos condenados por prácticas monopolísticas. Pero dados los antecedentes, pocos analistas creen que todo ello se vaya a concretar en sanciones efectivas contra los oligarcas y sus oligopolios.

 

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