Japón-UE: dos titanes que buscan hacer negocios juntos

 |  31 de mayo de 2011

Tras el terremoto de magnitud 9 y el posterior tsunami, que asoló la costa norte del país el 11 de marzo dejando miles de muertos y desaparecidos, Japón busca recuperar poco a poco la normalidad. En el ámbito de las relaciones exteriores, el país nipón acaba de celebrar una cumbre con la Unión Europea para discutir la colaboración tras la catástrofe, pero, sobre todo, para hablar de negocios, señal de que el país mira hacia el futuro con ambición. En el horizonte, la firma de un gran acuerdo comercial entre dos de las principales economías del mundo.

“Todavía nos queda un largo camino por recorrer, pero el objetivo ahora está claro –exponía Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, tras la cumbre del 28 de mayo en Bruselas—. Algunos dirán que no hemos ido lo suficientemente lejos. Yo digo que cuando dos de los mayores socios comerciales del mundo deciden buscar la firma de un acuerdo de libre comercio, esto supone un gran paso adelante”. Sin duda, el potencial económico y político de tal acuerdo es enorme, en términos de crecimiento, empleo y desarrollo.

Japón es el sexto socio comercial de la Unión Europea, tras Estados Unidos, Suiza, China, Rusia y Turquía. El año pasado, la Unión exportó bienes a Japón por valor de 44.000 billones de euros (3,2% del total de exportaciones), mientras las importaciones se situaban en los 65.000 millones (4,3% del total). Las exportaciones europeas cubren principalmente maquinaria y equipamiento de transporte (31,3%), productos químicos (14,1%) y productos agrícolas (11%). Las importaciones cubren maquinaria y equipamiento de transporte (66,7%) y productos químicos (7%). La Unión Europea es un mercado si cabe más importante para Japón, erigiéndose como su tercer socio comercial, tras Estados Unidos y China.

Estos volúmenes comerciales, sin embargo, no son todo lo amplios que podrían ser, de acuerdo con lo que sucede entre estos dos gigantes y el resto de sus socios comerciales. Es más, en los últimos años el comercio bilateral entre la UE y Japón ha ido perdiendo importancia relativa. Normalmente se asume que debido a los bajos aranceles NMF (nación más favorecida) que existen entre las economías de la OCDE, la política comercial tiene poco potencial que ofrecer. La media de los aranceles NMF entre la UE y Japón es ya de por sí baja: 3,8% a ambos lados. No obstante, según un estudio de la Comisión Europea, las ganancias por reducir aún más los aranceles (o eliminarlos completamente) serían significativas; y, sobre todo, el gran potencial se esconde en la reducción de los costes comerciales asociados con las medidas no arancelarias, obstáculos como los contingentes, los regímenes de licencias de importación, las reglamentaciones sanitarias, etcétera.

Tres de cada cuatro empresas europeas que exportan a Japón perciben el mercado nipón como más complicado que otros mercados. Esto se debe a las diferentes preferencias de los consumidores y a las barreras del lenguaje, pero también a los estándares técnicos y las cuestiones reglamentarias, que incrementan el coste de exportación entre un 10 y un 30%, dependiendo del sector. Y viceversa: las exportaciones japonesas también se ven afectadas por los obstáculos no arancelarios europeos. Muchas de estas barreras pueden facilitar el comercio, al tiempo que aseguran el bienestar del consumidor; otras, por el contrario, ofrecen escasos beneficios al consumidor, mientras restringen el comercio internacional.

El grueso de la negociación entre la UE y Japón girará en torno a estas medidas, estudiando hasta qué punto pueden ser atenuadas por ambas partes. Los beneficios serían significativos. Sólo con la eliminación de los aranceles, las exportaciones de la UE podrían aumentar un 23%, según el estudio de la Comisión Europea, siendo la agricultura el sector más beneficiado. Por el lado japonés, sus exportaciones podrían aumentar cerca de un 30%, con el sector de la automoción como el más beneficiado. En el caso de que los costes de los obstáculos no arancelarios se redujesen al mínimo posible, las exportaciones de la UE aumentarían en un 50%. Las japonesas, un 32%.

 

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