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El buque naval indio INS Ranvir (I) participa en un simulacro de ejercicio en la Bahía de Bengala frente a la costa de Chennai el 18 de abril de 2017. GETTY

India, China y EEUU y el gran juego del Índico

Inquieta ante el auge de China, India se debate entre aliarse con EEUU y plantar cara al gigante asiático o aceptar el nuevo statu quo en una región, el Índico, donde el dominio chino se deja sentir cada vez más.
Luis Esteban G. Manrique
 |  7 de diciembre de 2020

La reciente propuesta del secretario de la Marina de Estados Unidos, Kenneth Braithwaite, de crear una nueva flota en la línea que separa el océano Índico del Pacífico con base en Singapur para reforzar el comando Indo-Pacífico que el Pentágono creó en 2018, supone un nuevo intento de Washington para atraer a India a una coalición multinacional que contenga el creciente poder naval de China en el mar de China Meridional.

El “collar de perlas” –la cadena de puertos que Pekín financia desde Sir Lanka a Yibuti para enlazar los puntos de suministro de su flota mercante– parece obedecer a una estrategia que pretende cercar a India, según diversos analistas. Pero Nueva Delhi no tiene ninguna intención de unirse a EEUU en una alianza antichina formal, similar a la antisoviética a la que Japón se sumó durante la guerra fría.

Japón era entonces una nación derrotada y que había sido despojada tras la Segunda Guerra Mundial por Moscú del sur de la isla de Sajalín y de las Kuriles. Por contra, India es una gran potencia que se precia de su tradición no alineada y que prefiere un orden multipolar, en una especie de “no-alineamiento 2.0”. El problema es que la Armada china ha superado ya a la estadounidense en buques de guerra de superficie: 350 frente a 290. Además, la escaramuza fronteriza entre China e India en los Himalayas del pasado junio, que se cobró las vidas de una veintena de soldados indios, fue el primer choque armado en 42 años entre ambos gigantes, que tienen una frontera de 3.380 kilómetros, la más larga del mundo sin demarcar por completo.

 

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La economía china es cinco veces mayor que la india y su gasto militar lo cuadruplica. Así, no resulta extraño que India no haya tenido más remedio que aceptar el statu quo creado de facto por China en la zona de Ladakh en Cachemira.

Según escribe Parag Khanna en The Future is Asian (2019), ningún otro país ha visto con mayor “inquietud y celos” el ascenso a la cúspide del poder mundial de China, primer socio comercial de todos los países del Sureste asiático, la antigua esfera de influencia india. Las dimensiones indias –demográficas, territoriales y económicas– y su posición estratégica hacen por ello inevitable su implicación en cualquier intento de frenar al dragón.

 

El Quad

EEUU, Japón, Australia y Corea del Sur ya integran el embrión de una eventual OTAN indo-pacífica: el Quadrilateral Security Dialogue (Quad), que este año realizó un ejercicio naval con India en el norte del mar Arábigo y la costa Malabar.

En Project Syndicate, Kishore Mahbubani señala que China tiene una gran ventaja: siempre juega a largo plazo. Pekín sabe, añade Mahbubani, que si Joe Biden restaura y fortalece las alianzas de Washington, un formidable grupo de países se le unirá para trazar líneas rojas a Pekín en el disputado mar de China Meridional.

 

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Según Ashok Malik, asesor del gobierno indio, la presencia china en el Índico solo es comparable para su país con la llegada de los portugueses a la costa Malabar en el siglo XV. En 2019, India y EEUU realizaron sus primeros ejercicios militares conjuntos en aire, mar y tierra.

En octubre, India firmó con EEUU un acuerdo en Nueva Delhi con la presencia de los secretarios de Defensa, Mark Esper, y de Estado, Mike Pompeo, para intercambiar datos de inteligencia geoespacial. Este año las compras indias de armas estadounidenses, incluidos drones Predator MQ-1, alcanzaron los 20.000 millones de dólares.

 

El collar de perlas

En Monsoon (2010), Robert Kaplan escribió que una flota en el Pacífico occidental hacía de China una potencia regional, mientras que dos flotas, en el Pacífico y el Índico, la convertiría en una superpotencia global.

La VII Flota, desde Japón, y la III Flota, que protege la zona que se extiende desde la costa oeste al meridiano 180º, cubren un territorio que abarca desde California hasta la frontera entre India y Pakistán. La I Flota que propone Braithwaite reforzaría las fuerzas del Pentágono a lo largo del rimland (tierras del borde) meridional del continente euroasiático.

Los 37 países ribereños del Índico suman la tercera parte de la población mundial. Un 40% del petróleo que se comercializa por mar atraviesa el estrecho de Ormuz y la mitad de la flota mercante mundial lo hace por el de Malaca, según Josep Piqué, auténtico centro de gravedad mundial en lo económico, demográfico, comercial y, por tanto, en lo estratégico y militar.

Y dado que la globalización depende tanto del tráfico de contenedores como del de internet, el entonces presidente chino, Hui Jintao, comenzó a engarzar el “collar de perlas” –que hoy incluye los puertos de Gwadar (Pakistán), Hambantota (Sri Lanka) y Chittagong (Bangladesh)– como un modo de resolver lo que llamó el “dilema de Malaca”. Myanmar es cada vez más un Estado vasallo de China, que está utilizando el territorio birmano para dar una salida al mar a sus provincias del sur y el este.

 

Senderos que se bifurcan

En 2031, India será el país más poblado del mundo, por delante de China. Debido a la complementariedad de sus economías y la dimensión de sus mercados, ambas potencias podrían constituir el mayor bloque comercial del mundo. De hecho, el primer ministro indio, Narendra Modi, se ha reunido con el presidente chino, Xi Jinping, en 18 ocasiones, las últimas veces en Wuhan en 2018 y en 2019 en Mamallapuram (Tamil Nadu). Las reacciones de Nueva Delhi a los fricciones fronterizas de junio fueron cautelosas para evitar una escalada.

India y China tienen políticas oficiales que les comprometen a no ser los primeros en usar armas atómicas. Pero dada su desventaja en fuerzas convencionales, India podría renunciar a ese principio para fortalecer su capacidad disuasoria.

China utiliza su alianza con Pakistán y sus lazos con Sri Lanka, Maldivas, Myanmar, Bután, Nepal y Bangladesh para disputar a Nueva Delhi una zona en la que solía tener una abrumadora influencia política y militar. China fortalece sus posiciones en el corredor Siliguri, que conecta la masa del subcontinente indio con Assam y otras provincias fronterizas con Bangladesh, Myanmar y China.

El mega-astillero chino en el mar de Bohai pronto podrá construir hasta cuatro submarinos nucleares al mismo tiempo. Según el Sipri, la China Shipbuilding Industries (CSI), a cargo de la obra, tiene 310.000 empleados y 147 institutos de I+D. En 2019, sus astilleros botaron 10 destructores pesados y dos buques portahelicópteros de asalto anfibio y ahora construye dos portaaviones de 85.000 toneladas y dos buques de asalto de 40.000.

 

Duelo en la cima del mundo

En julio, India envió un navío de su Armada al mar de China Meridional en una clara señal de advertencia a Pekín. Ambos países tienen aún desplegados unos 100.000 efectivos a ambos lados de su frontera. Las tensiones surgieron después de que en agosto de 2019 Nueva Delhi pusiera las provincias de mayoría musulmana de Cachemira bajo su control directo, algo que Pekín criticó públicamente.

Según el analista de defensa Abhijit Singh, la clave de la seguridad india en los Himalayas está el estrecho de Malaca. “Si no se pueden resolver los problemas en un escenario, se debe ampliar el teatro de operaciones y elevar la temperatura en el mar”, sostiene.

En junio, los militares chinos construyeron estructuras de concreto y varios kilómetros de carretera más allá de la llamada “línea de control” que sirve de frontera, una zona en cuyo entorno nacen los ríos Yang Tsé, Indo, Brahmaputra, Mekong y Ganges. En 1962, India perdió en Ladakh, en una guerra breve, 4.000 soldados y un territorio similar al de Suiza. China reivindica todavía 90.000 kilómetros cuadrados en el Estado indio de Arunachal Pradesh, que llama “Tíbet del sur”.

A principios de junio, el ejército chino movilizó miles de paracaidistas en cuestión de horas desde la provincia central de Hubei a los Himalayas. En esas condiciones, Bharat Karnad, analista del Center for Policy Research de Nueva Delhi, cree que India no tiene otra opción que seguir estrechando sus relaciones con el Quad, Indonesia, Filipinas y Vietnam para crear un cordón de seguridad en torno a China y asegurar las rutas comerciales marítimas que atraviesan el estrecho de Malaca, el mar de China Meridional y el estrecho de Taiwán.

India acaba de firmar un acuerdo de defensa con Australia que les permite usar sus respetivas bases militares. En septiembre firmó otro similar con Japón. Oficiales de su Marina prácticamente tienen bajo su mando los guardacostas de las islas Mauricio y Seychelles. Los misiles balísticos indios Agni son capaces de cargar cabezas nucleares estratégicas y alcanzar objetivos en todo el territorio chino. En 2022, India botará su segundo portaviones y tiene planes de construir un tercero.

 

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El arsenal de la democracia

Durante el mandato de George W. Bush, EEUU dejó de insistir en que India renunciara a su arsenal atómico y firmó un acuerdo sobre energía nuclear, programas espaciales y transferencias tecnológicas de defensa al mismo nivel que los aliados de la OTAN. Barack Obama respaldó incluso las aspiraciones indias para ocupar un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Según el Sipri, entre 2013 y 2017 India fue el mayor importador de armas del mundo, con el 12% del total. Entre 2008-12 y 2013-17 sus compras aumentaron un 24%, entre ellas Sukhoi Su-30MKIs rusos y 40 cazas Rafale franceses. Entre 2008 y 2017, las provenientes de EEUU aumentaron un 557%, con lo que se convirtió en su segundo proveedor de armamento. India pudo mantener su “autonomía estratégica”, como la llama Modi, cuando su economía crecía a una tasa media del 7%, como entre 2003-09, o del 4,5% entre 2011-16.

Desde 2000, el presupuesto de defensa indio ha crecido a una tasa del 10% anual. Un 20% de ese presupuesto ha ido a su Armada, que ha construido una gigantesca base naval en Karwar, al sur de Goa, capaz de albergar 42 barcos y submarinos con una inversión de 8.000 millones de dólares.

India va a construir además un puerto de aguas profundas con una inversión de 1.300 millones de dólares en el archipiélago de Andamán. El problema es que la crisis pandémica, que ha provocado la recesión más severa desde 1996, y unas bajas previsiones de crecimiento han truncado esos planes. India ha trasladado la rivalidad por ello a otros terrenos, prohibiendo, entre otras cosas, dos centenares de aplicaciones chinas como Tik Tok y WeChat, que se borraron de golpe en los teléfonos de millones de usuarios indios, argumentando que amenazan la seguridad nacional. El comercio bilateral anual ronda los 100.000 millones de dólares, abrumadoramente –53.000 millones de dólares de superávit– a favor de China.

1 comentario en “India, China y EEUU y el gran juego del Índico

  1. Muy buen artículo. Efectivamente, la postura de la India en el «juego del Índico» no es fácil. El «collar de perlas» de la BRI (Belt and Road Initiative) la cerca y constituye un desafío en «su océano», el Océano Índico, pero la India tiene una frontera muy larga y conflictiva con China y debe decidir cómo equilibrar su posición geográfica.

    El teatro geopolítico del IndoPacífico es muy complejo: intervienen muchos actores y hay muchos intereses en juego. Como destaca Josep Piqué en su artículo «El Atlántico cede el paso al Indo-Pacífico», el estrecho de Malaca, que pone en comunicación el Oceáno Pacífico con el Océano Índico, tiene una importancia estratégica fundamental. China lo sabe y, por eso, ha planeado construir un canal en el istmo de Kra, entre Birmania y Tailandia, al sur, cerca de Malasia, cuyo objetivo es cortocircuitar el estrecho de Malaca, por donde pasa la primera línea de bases militares con la que Estados Unidos cerca a China y que va de Japón a Asia Central, pasando por Taiwán, Filipinas y Singapur (la segunda línea va de Yokosuka – Japón -, sede de la VII Flota, a Australia, pasando por la isla de Guam).

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