#ISPE: La Reserva Federal y la guerra de divisas

 |  22 de octubre de 2012

 

Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: políticas monetarias.

En la reciente reunión del Fondo Monetario Internacional en Tokio, el presidente de la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos, Ben Bernanke, se defendió de quienes le acusan de haber desencadenado una nueva “guerra de divisas” con su tercera ronda de quantitative easing (QE3) aseverando que la política monetaria de la FED ayudará a reactivar la economía de la superpotencia (que este año crecerá un 1,3%) y, por tanto, también la del resto el mundo, al permitirle aumentar sus importaciones.

Pero sus argumentos no convencieron a sus críticos. El ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, que acuñó la frase “guerra de divisas” en 2010 tras la QE2 de la FED, calificó la QE3 de “proteccionista” al alentar devaluaciones competitivas que acelerarán los flujos de capitales volátiles a los mercados emergentes, contribuyendo a apreciar sus tipos de cambio y encarecer sus exportaciones, amenazando así su estabilidad financiera. Masaaki Shirakawa, presidente del Banco de Japón, que ha seguido los pasos de la FED aumentando sus compras de bonos del Estado hasta un billón de dólares, reconoció los “daños colaterales” que causa la abundancia del dinero barato que fluye de los países ricos hacia el mundo en desarrollo.

Por su parte, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, admitió ese riesgo y dijo que su institución podría reconsiderar su oposición a los controles cambiarios. Para evitar la revaluación del real, Brasil ha aumentado los impuestos a los capitales a corto plazo y sus aranceles a un centenar de productos, desde papel a químicos y acero. En el primer semestre, las 24 mayores economías emergentes, sin contar China, tuvieron un déficit comercial de 134.000 millones de dólares, frente a los 38.000 millones del mismo periodo de 2010. Suiza, Dinamarca, Israel, Singapur, Taiwan, Corea del Sur, Tailandia, Rusia, Noruega y Arabia Saudí, han comprado masivamente dólares y euros para evitar la revaluación de sus monedas, mantener la competitividad de sus exportaciones y encarecer las importaciones. Ese grupo de países aumentó sus reservas de divisas en 1,5 billones de dólares en 2011.

Por su parte, los bancos centrales del mundo desarrollado han aumentado su hojas de balance en unos cinco billones de dólares.

Los efectos son cada vez más visibles: un aumento de las políticas de “empobrecimiento del vecino”. Según estimaciones de la Organización Mundial del Comercio, el comercio mundial crecerá este año un 2,5%, frente al 5% del año pasado y el 13,9% de 2010, lo que hará difícil que se cumplan las previsiones del FMI sobre el crecimiento del PIB global para este año (3,3%) y 2013 (3,6%).

Por su parte, muchos de los mayores bancos del mundo están “renacionalizándose”, especialmente en Europa, donde hay un retroceso en los préstamos interbancarios. Los bancos europeos solían ser la fuente de financiación de casi el 80% del comercio de los mercados emergentes, y no está claro que la banca de EE UU, China o Japón pueda sustituirlos.

Al mismo tiempo, a diferencia de los flujos de capitales especulativos, la inversión extranjera directa a los mercados emergentes permanece estancada debido a que las multinacionales están frenando sus inversiones en activos de larga duración. A su vez, los rescates bancarios han movido a los gobiernos a redirigir las actividades de bancos que son ahora propiedad del Estado. Algunos analistas se preguntan incluso si el ciclo bajista podría hacerse estructural. Según el Nobel Joseph Stiglitz, la política monetaria ha demostrado su escasa eficacia, por lo que es improbable que más de lo mismo logre que las economías desarrolladas recuperen el sendero del crecimiento.

En otras circunstancias, asegura, EE UU se beneficiaría por el debilitamiento del dólar que se deriva de las menores tasas de interés, en una suerte de devaluación competitiva a expensas de sus socios comerciales. Pero dadas las menores tasas de interés europeas y la desaceleración global, lo probable es que los beneficios sean pequeños incluso en ese caso.

 

Para más información:

Pablo Moreno, «Un FMI renovado para una mejor gobernanza global». Política Exterior 149, septiembre-octubre 2012.

Carlos Heredia Zubieta, «Banco Mundial, FMI y G-20: nuevo poder económico». Política Exterior 149, septiembre-octubre 2012.

Joaquín Almunia y Enrique V. Iglesias, «Visión de la crisis a los dos lados del Atlántico». Política Exterior 146, marzo-abril, 2012.

 

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