#ISPE: Las promesas del grafeno y la reindustrialización en la UE

 |  11 de febrero de 2013

 

Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: investigación y desarrollo.

El premio por parte de la Comisión Europea a los dos ganadores del concurso Flagships, dotado con 1.000 millones de euros cada uno –el proyecto Grafeno, iniciativa para desarrollar un superconductor de electricidad 100 veces más fuerte que el acero; y el Human Brain Project (HBP), que busca simular el funcionamiento del cerebro humano con la ayuda de superordenadores–, es una clara señal de que la Unión Europea no quiere quedarse rezagada en la carrera científica y de reindustrialización.

El sector manufacturero representa hoy el 17,4% del PIB global, la cifra más alta en una década. La financiación de ambos proyectos, elegidos entre 26 propuestas, es la mayor inversión en I+D en la historia de la ciencia europea. El grafeno es el “material milagro” del siglo XXI, como el plástico lo fue en el siglo XX. Sus propiedades permitirán innovar en una diversidad de campos que van desde la electrónica y las energías renovables a la desalinización del agua marina y la biotecnología. En los últimos cinco años, universidades y compañías chinas han registrado 2.204 patentes vinculadas al grafeno, Estados Unidos 1.754 y Corea del Sur 1.160. Europa, en cambio, menos de 500, a pesar de que el material fue descubierto hace ocho años en un laboratorio británico.

Esto revela la capacidad europea para la investigación científica y, al mismo tiempo, su pobre desempeño cuando se trata de buscar aplicaciones comerciales a sus descubrimientos. Pero la ue puede recuperar el tiempo perdido. Debido al alza creciente de los costes laborales en países como China o India, del orden del 10-20% anual en los últimos 10 años, y de los costes de transporte, la externalización (outsourcing) ya no implica –o exige– trasladar la producción a países con mano de obra más barata (off-shoring).

Por otra parte, cada vez es más evidente la necesidad de concentrar en espacios lo más próximos posibles los centros de I+D y de aplicaciones tecnológicas comerciales (clusters) con las cadenas de producción y suministro para mejorar la productividad y rebajar costes operativos.

La distancia aumenta los riesgos de apropiación ilegal de la propiedad intelectual y perjudica la formación de fuerza laboral local. Además, la cercanía a los mercados permite a las compañías reaccionar con más rapidez a los cambios de la demanda. El sector manufacturero en EE UU, que ha reducido en un 11% sus costes de producción unitarios en la última década, es un claro ejemplo de ese círculo virtuoso.

En 2000 los salarios medios del país eran 22 veces más altos que los de China. En 2015 solo los cuadruplicarán. Como resultado, ee uu ha añadido medio millón de puestos de trabajo en el sector desde 2010. Compañías como GE o Caterpillar están repatriando capacidad productiva o creándola de nuevo en el país. Incluso Apple, que hace 30 años comenzó a trasladar sus cadenas de producción a Asia, ha anunciado que volverá a fabricar ordenadores en EE UU. Los países europeos pueden sumarse a esa tendencia.

En 2010 la producción del sector manufacturero británico equivalía al 2,3% del total mundial y la francesa al 2,6%, frente al 6% de Alemania y el 18,2% de EE UU. Suecia demuestra que es posible: entre 1996 y 2009 aumentó su productividad manufacturera en un 57% debido a que sus inversiones en formación profesional y reestructuración del sector industrial duplicaron las de sus socios comunitarios. Según la Royal Academy of Engineering, el sistema educativo británico debe duplicar el número de sus graduados en ingenierías para satisfacer la demanda de su industria en esas materias hasta 2020.

Mucho dependerá de la inversión pública y privada en I+D en campos como biotecnología, nanotecnología, impresión en 3-D y el desarrollo de materiales avanzados como el grafeno. La industria del grafeno, un material más duro que el diamante pero flexible como el caucho y que conduce la electricidad un millón de veces mejor que el cobre, podría mover unos 500.000 millones de euros en 2022.

 

Para más información:

The Economist, «Optoelectronics: Graphene shows its colours». Artículo, mayo 2012.

Dennis Overbye, «Physics Nobel Honors Work on Ultra-Thin Carbon». The New York Times, octubre 2010.

Reinhilde Veugelers, «The World innovation landscape: Asia rising?». Bruegel, febrero 2013.

 

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