Japón, más allá del manga

Myriam Redondo
 |  2 de julio de 2015

Un seminario analiza en Madrid por qué España sabe tan poco de la realidad sociopolítica nipona, oculta bajo el cosplay, las geishas, el comic y el sushi.

Pese a que puede presumir de ser uno de los primeros países occidentales que estableció relaciones con Japón (siglo XVI), España hace poco seguimiento de su actualidad. Cuanto más cerca se está culturalmente (se han popularizado patrimonios como la comida japonesa o el anime) más alejado parece su contexto político y social.

El extrañamiento informativo comenzó tras la Segunda Guerra mundial, que Japón perdió de manera humillante. Cuando acabó el conflicto, y mientras el libro El crisantemo y la espada (1946) dejaba una imagen fija de Japón plagada de estereotipos, el país emprendió una transición informativamente “aburrida”. “Fue ordenada y dirigida. Ordenada porque así lo marca el propio carácter japonés, pendiente de cosas como que nadie sobresalga; dirigida porque contaron con la tutela de Estados Unidos, el ganador”, explica Carlos Domínguez, exdelegado de EFE en el país.

Tiene que ocurrir algo muy grave (como el estallido de la burbuja financiera en los 90 o el desastre de la central nuclear de Fukushima en 2012) para despertar la atención de los medios españoles hacia lo que ocurre en el archipiélago. El conflicto marítimo con China por las islas Senkaku/Diaoyu es lo único que ha elevado la curva de atención periodística en los últimos meses.

El desinterés informativo es paralelo a un cierto extrañamiento económico. Según la Japan External Trade Organization (JETRO), en 2012 Japón invirtió en Europa más de 31.000 millones de euros (un 106,1% más que en 2010), pero poco de ese boom llegó a España. En 2013, el Gobierno nipón obtuvo de España sólo el 0,5% de sus importaciones totales, mientras se convirtió en el cliente número 20 dentro de la tabla de ventas españolas, apunta el Ministerio de Asuntos Exteriores (MAEC). Aún así, el Estado asiático fue el décimo primer país inversor en España en 2013. Es la tercera potencia industrial del mundo, un importante miembro del G-8. Forma parte de las principales estructuras internacionales de decisión política y económica, aspirando a convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Por eso muchos no entienden tanta lejanía.

 

Intercambio de corresponsales

Hay un indicativo que nunca falla para determinar la atención que se prestan dos países: el número de corresponsales que intercambian. En 1980, Anthony Smith describía en La geopolítica de la información a los corresponsales como guerreros con gran responsabilidad en la visión del mundo que tienen los ciudadanos: “El periodista es enviado a alguna parte para trasladar alguna realidad distante a las preconcepciones de su propia audiencia/sociedad. El editor es el director de la realidad política, el reportero su mirmidón y en la relación entre los dos y su audiencia descansa una estructura completa del mundo, una imagen de la realidad conformada de acuerdo a sus mutuas necesidades y aspiraciones”.

Las nuevas tecnologías y sus canales de intercambio comunicativo lo han cambiado casi todo desde que se escribió esa cita, pero sigue siendo revelador que no existan en Tokio delegaciones fijas de medios españoles, salvo la de la agencia EFE. Sí hay algunos colaboradores freelance, como Maite García Almazán (@maitegarcial), que trabaja para Telecinco, Cuatro y otros medios no españoles. “La distancia es un hándicap que no debemos obviar; si le sumas el idioma y el tremendo choque cultural, Japón parece otro mundo del que nadie quiere saber más allá de las curiosidades”, contextualiza por correo electrónico. En España, la Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera (ACPE) constata la presencia en Madrid de 6 periodistas japoneses, dos de ellos especializados en deportes.

Fernando Segú es delegado de la “Promoción Tokio 64”, la que se licenció en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid aquel año en que las Olimpiadas se celebraron en la capital de Japón. Aquellos fueron los primeros Juegos retransmitidos en directo y en color.

El grupo organizó en la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) el 22 de junio un seminario España-Japón para indagar sobre el porqué del distanciamiento. Se resume en un “no a los estereotipos” y al “síndrome japonés”: el recurso a contar el país a través de sus ciudadanos solitarios, su obsesión por la tecnología, las adolescentes disfrazadas, las geishas. Japón es más que todo eso, aunque sea difícil resistirse a los lugares comunes.

 

Armonía y contexto

“Es un país armonía pura”, dice el experto Pedro Gallo, un valor que paradójicamente le puede haber perjudicado ante los medios. En las pasadas décadas su realidad “transmitía monotonía», era «demasiado estable”, decía en el encuentro Santiago Castillo, de AsiaNortheast.com. Una visión que retaban otros reporteros como Joaquín Arozamena, muy autocrítico: “¿Por qué sólo hablábamos de economía? La cultura japonesa se ha abierto paso sin necesidad de nuestro trabajo. Ahí está el manga, que ha llegado a España y cuenta hasta con un congreso en Barcelona. Eso no lo hemos hecho los periodistas. Lo ha hecho Japón”.

Rosa María Calaf inauguró la oficina de TVE en Asia. Defendió que tuviera su sede en Japón, pero consideraciones logísticas terminaron inclinando la balanza hacia Pekín. La periodista rechazaba en la APM la creencia general de que Japón se haya visto eclipsado por China. Sostiene que lo que le ha pasado por encima es el deterioro del periodismo actual: “Si lo miramos desde el modelo comunicativo de hoy, que requiere acontecimientos impactantes y crónicas muy breves  y que confunde lo llamativo con lo importante, claramente sus características son muy difíciles de resumir en un minuto y diez”.

Lo que suele faltar en la prensa española, más que la noticia, es el contexto regional: se argumentaba en el encuentro que todos hablan de los lanzamientos de misiles de Corea del Norte sin explicar el carácter de acto teatral de consumo interno que tienen, o sin contarle al lector que, en la región Asia-Pacífico, el programa nuclear paquistaní supone más riesgos. En 2008, una cumbre del G-8 celebrada en Tokio que trataba la escasez de alimentos despertó críticas por incluir un menú de 19 platos para los líderes. Pero 19 platos japoneses no son 19 platos españoles. “En el teletipo, los cuatro primeros párrafos son la información y los 20 siguientes son la explicación. Los periódicos lo cortan y te dejan chafado”, lamentaba Domínguez.

 

Presente y futuro

En el seminario se explicó que en España no se saca partido a algunos aspectos de la actualidad japonesa muy jugosos desde el punto de vista informativo, como las tupidas relaciones que se dan hace décadas entre clanes de altos funcionarios, políticos y empresarios. Como ejemplo de noticia interesante que no ha llegado a España, García Almazán relata la historia de Julie Hamp, la vicedirectora de Relaciones Públicas de Toyota. Tras un nombramiento muy polémico por ser extranjera, ha acabado arrestada por tráfico de drogas. Se le acusa de recibir un paquete con un medicamento opioide prohibido allí. «La historia tiene todos los ingredientes para hacerse con un hueco en los medios. También ofrece mucha información sobre el país (el rigor empresarial, las reacciones sociales, los nuevos tiempos…). Pero corrígeme si me equivoco, en España nadie la conoce», relata la periodista.

“La lucha ahora va a estar en la Red, por los contenidos de calidad y por la influencia”, dice Calaf. Aunque los medios tradicionales cierren la escaleta y las páginas a Japón, las publicaciones dedicadas proliferan en Internet: Esjapon.com, Contactojapon.com, Nippon.com.es… Y ello pese a que tampoco en formato digital la información de fondo tiene una salida fácil. Un responsable de Contactojapon.com aseguraba que se esfuerzan por narrar otras realidades políticas, pero que la cifra de visitas es ínfima comparada con una pieza de HelloKitty, la famosa muñeca japonesa: “Vende más una chica cosplay que el programa político de Shinzo Abe”. Una pena porque, según todos los expertos asistentes al encuentro, Japón es un país con tantas caras y tan atractivas que cuando uno lo visita, siempre quiere volver.

Un aspecto que Japón deberá tener en cuenta si quiere ser más atendido por los medios es que a mayor exposición, mayor escrutinio. La japonesa es una sociedad llena de contradicciones, entre ellas el machismo, aunque no se vea en cada calle a esa mujer silenciosa caminando varios pasos por detrás del samurai en la que muchos piensan (como no se ve en las calles españolas a flamencas zapateando). Un participante japonés en el debate insistía en que no existe tanto machismo como antes, pero el Foro de Davos sitúa al país en el puesto 104 de 114 en cuanto a brecha de género laboral.

Las relaciones del gobierno con la prensa extranjera tampoco pasan por su mejor momento. “Las nuevas élites llevan mal los puntos de vista diferentes o críticos”, decía en una carta de protesta recienteel corresponsal en Tokio del Frankfurter Allgemeine. Les pasa a todos los países: cuando se salta a la mesa central de trabajo de los medios, se tiene que asumir que no todo lo que aparezca bajo su lupa será  agradable. A medio plazo, es más beneficioso para la imagen-país tratar de poner remedio a los defectos que matar al mensajero.

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