Dos hombres con mascarilla caminan en el barrio popular de Petare el 23 de marzo de 2020 en Caracas, Venezuela/CARLOS BECERRA/GETTY

‘Máxima presión’ sobre Venezuela y Cuba

En medio de una pandemia global, Trump también tiene tiempo, dinero y recursos para juegos de guerra y aumenta la presión sobre Venezuela y Cuba.
Luis Esteban G. Manrique
 |  8 de abril de 2020

En medio de una pandemia global, Donald Trump también tiene tiempo, dinero y recursos para juegos de guerra. Su orden al Comando Sur del Pentágono para que despliegue destructores, helicópteros y aviones de reconocimiento frente a las costas de Venezuela, en una misión antinarcóticos, no tiene razones suficientes que la justifiquen. Según estimaciones de la Consolidated Counterdrug Database –que recoge información oficial de diversas agencias federales de Estados Unidos, citada por la Washington Office on Latin America–, solo una fracción de la cocaína que llega a los mercados mundiales atraviesa territorio venezolano, unas 210 toneladas métricas de cocaína en 2018, frente a las 2.370 de Colombia o las 1.400 de Guatemala, aliados clave de EEUU en la región.

Todo indica, por ello, que la Casa Blanca prevé que la crisis humanitaria generada por el coronavirus ha creado las condiciones ideales para que, al fin, sus políticas de “máxima presión” sobre Irán y Venezuela rindan los frutos que esperaba y propicien un cambio de régimen en Caracas y Teherán.

El 26 de marzo, poco antes de declarar lo que supone un bloqueo naval de facto del país caribeño, el departamento de Justicia de EEUU acusó a Nicolás Maduro de presidir un “narcoestado”, ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares por cualquier información que conduzca a su captura y la de otros miembros de la cúpula del régimen chavista, entre ellos su número dos, Diosdado Cabello, el ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino, y el presidente del Tribunal Supremo, Maikel Moreno.

 

Acoso y derribo

Cinco días después, Washington presentó un plan de transición que exige la salida de Maduro del poder a cambio de la retirada de las sanciones. No es la primera vez que una administración republicana recurre a métodos expeditivos para deshacerse de un adversario. En febrero de 1988, fiscales federales de Miami imputaron al entonces hombre fuerte de Panamá, Manuel Antonio Noriega, por cargos de narcotráfico. Pocos meses después, en diciembre de 1989, el presidente George H. Bush ordenó invadir el país del canal para capturar a Noriega, que se entregó el 3 de enero de 1990. Tras cumplir la mayor parte de su condena a 40 años en Florida, fue entregado primero a Francia y luego a Panamá, donde murió en 2017.

La estrategia de acoso y derribo de Noriega fue diseñada por William Barr, hoy secretario de Justicia de Trump, y Elliot Abrams, su enviado especial para Venezuela. Nada permite pensar, sin embargo, que puedan replicar ahora esa secuencia de acontecimientos, en primer lugar porque Venezuela es un país mucho más grande que Panamá, está mejor armado y tiene como aliado a Rusia.

Moscú no va a dejar de utilizar a Venezuela como una ficha en el cada vez más arriesgado juego geopolítico que libra con EEUU desde su anexión de Crimea en 2014. Vladímir Putin sabe que un miembro importante de la OPEP a escasa distancia de Florida es una valiosa baza de negociación en momentos en que libra una despiadada guerra de precios con Arabia Saudí, que ha puesto contra las cuerdas a la industria de combustibles no convencionales (shale) de EEUU.

 

Tormenta perfecta en el Caribe

Pese a todo, la estrategia de Trump, un maestro de la distracción, no es descabellada. Todo indica que la epidemia del Covid-19 va a ser especialmente severa en Venezuela, donde un 80% de sus hospitales no tiene suministros básicos y a veces ni siquiera agua y jabón. Antes de la pandemia, enfermar ya era muy peligroso en Venezuela. El 50% de los venezolanos malvive de la economía informal y apenas tiene capacidad de ahorro. Hasta ahora, la medida más eficaz del régimen contra el coronavirus ha sido la censura y la represión.

Según Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, antes del desplome de los precios del crudo las previsiones apuntaban a que el sector petrolero iba a generar este año entre 13.000 y 14.000 millones de dólares de ingresos por exportaciones. Sus actuales estimaciones están por debajo de los 4.000 millones de dólares. A la contracción del 70% del PIB entre 2013 y 2019 se va a sumar este año un 25% adicional. Ecoanalítica calculaba que este año las remesas del exterior alcanzarían unos 4.000 millones de dólares, pero ya ha bajado esa suma a los 2.400 millones.

Así las cosas, no resulta extraño que los halcones de la Casa Blanca crean que los militares a los que no ha acusado de narcotráfico se vayan a ver tentados a cobrar la recompensa por la entrega de Maduro, propiciando la formación de un gobierno transitorio que convoque elecciones libres.

El segundo objetivo en el punto de mira de esa caza mayor es Cuba. Con un 20% de su población mayor de 60 años, su sistema sanitario, uno de los pilares de la legitimidad del régimen castrista, puede colapsar si la epidemia se descontrola. Aunque la isla tiene el mayor número de personal médico per cápita de la región, las medicinas son escasas y muchos de sus hospitales tienen carencias crónicas de personal, porque el envío de médicos al exterior –la principal fuente de ingresos de la isla, que suponen unos 6.500 millones de dólares en exportaciones de servicios, el doble que el turismo– ha aumentado con la crisis del coronavirus.

El 20 de marzo, Cuba cerró sus fronteras y ordenó a los cubanos confinarse en sus casas. Según la consultora Havana Consulting Group de Miami, la isla recibirá este año un 32% menos de remesas de la diáspora, poco más de 2.500 millones de dólares frente a los 3.716 millones de 2019. Casi el 80% de las remesas que recibe América Latina y el Caribe proviene de EEUU, cuya tasa de desempleo podría llegar al 32,1%, según la Reserva Federal de St. Louis.

Llueve sobre mojado. Las exportaciones cubanas se han reducido un 55% en los últimos seis años y su comercio exterior, un 30,68%. La prohibición de los cruceros y de turistas estadounidenses provocó un descenso del 15 % en las llegadas en 2019.

 

El voto de Florida

Como cada cuatro años, Florida, el cuarto estado más poblado del país, puede decidir las elecciones del próximo 3 de noviembre. Según las últimas encuestas, Joe Biden lleva una ventaja de seis puntos a Trump en el estado porque, entre otras cosas, el 53% de sus electores desaprueba su manejo de la epidemia.

Los halcones de la Casa Blanca apuestan a que la caída de Maduro podría inclinar la balanza del voto hispano a su favor. El fiscal federal Geoff Berman ha dicho que las pruebas contra Maduro se basan en más de una década de investigaciones, lo que revela que la administración estaba esperando el momento adecuado para esgrimirlas en su contra. Uno de los fiscales que presentó las acusaciones contra la cúpula chavista, Brian Benczkowski, participó en el proceso que condenó y envió a prisión al narco mexicano Joaquín El Chapo Guzmán.

Juan Guaidó, el líder opositor reconocido como presidente por unos 60 países, ha dicho que la formación de un gobierno de transición propiciaría la concesión al país de una ayuda de 1.600 millones de dólares. La alternativa, dice, es forzar a los venezolanos a elegir entre “morir por el virus o el hambre”.

Pero esas maniobras pueden ser contraproducentes. Según testimonios recogidos por Foreign Policy, altos mandos del Pentágono son muy críticos con el empleo de sus fuerzas por razones políticas en misiones antinarcóticos, sobre todo en momentos en que la tripulación del portaviones del USS Theodore Roosevelt se ha visto golpeada duramente por la epidemia.

En el Capitolio, el senador Chris Murphy, hablando en nombre de un nutrido grupo de congresistas demócratas, ha pedido a Trump suspender durante 90 días las sanciones a Irán y Venezuela para facilitar la llegada de ayuda humanitaria a ambos países, alegando que agravar el sufrimiento de sus ciudadanos alienta el antiamericanismo que sostiene a sus regímenes. No es el único que lo cree. En una carta dirigida a los líderes del G20, António Guterres, secretario general de la ONU, ha subrayado que este es el momento “de la solidaridad, no de la exclusión”, y que dificultar los esfuerzos médicos en un país eleva los riegos de todos los demás.

Pompeo asegura, sin embargo, que las sanciones no afectan a alimentos, medicinas y equipos médicos. El jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, le ha replicado que muchas compañías europeas están dispuestas a enviar ayuda humanitaria a Irán, Cuba y Venezuela son reacias a hacerlo por temor a las sanciones de EEUU.

Hasta ahora el Consejo de Seguridad de la ONU no ha emitido ninguna resolución o declaración sobre el impacto de la pandemia en la seguridad internacional porque Washington teme que cualquier medida para aliviar las sanciones sería muy difícil de retirar una vez que pase la crisis.

En estas condiciones, en lugar de traicionar a Maduro, lo más probable es que Cabello, Padrino y Moreno hagan exactamente lo contrario. De hecho, tras la imputación de Maduro, el régimen detuvo a cinco colaboradores de Guaidó, que se ha resignado a actuar bajo la tutela de Trump. Los hermanos Castro han sobrevivido a 12 presidentes de EEUU y Hugo Chávez y su sucesor a cuatro, si se incluye el primer mandato de Trump. El Caribe regresa así a las tácticas y códigos de la guerra fría. Solo que ahora la pandemia ha hecho que el tablero donde se libra la partida sea más frágil que nunca.

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