Nuevo número de Economía Exterior: India

 |  10 de octubre de 2012

 

Economía Exterior 62 (otoño de 2012) trata de ser una provocación intelectual para iniciarse en ese espacio cuasiinfinito político, económico y social que es India.

Primer decenio del siglo XXI, tasas de crecimiento del PIB del 10 por cien, que se reducen al 7,2 por cien en 2011 y bajan en 2012 hasta el 5,5 por cien. Un déficit fiscal próximo al 10 por cien del PIB y otro de balance de pagos equivalente al 6,5 por cien, en tanto que el índice de precios al consumo avanza con una tasa del 10 por cien anual. Indicadores temibles que constituyen la amenaza de una rebaja en la calificación de la deuda soberana. Las políticas de liberalización económica, el big bang de 1991, la gran reforma protagonizada por el primer ministro Manmohan Singh, parecen haber agotado sus posibilidades.

El vínculo entre liberalización y mejora del nivel de vida se está borrando. Los pobres y los marginados ya no recogen los frutos de una economía de mercado, que sí había conseguido promocionar a 300 millones de ciudadanos a la condición de clase media. El crecimiento pierde fuelle mientras el vecino chino mantiene su cadencia e indonesios y filipinos avanzan a mayor velocidad.

En septiembre, el primer ministro Singh ha anunciado un nuevo paquete de medidas liberalizadoras. Comercio minorista: se autoriza la entrada de grandes cadenas de distribución, Waltmart y Carrefour, que ya estaban en la carrera. El sector aéreo se abrirá a la competencia y el Estado indio revisará su estrategia de privatizaciones. La política de subsidios, concretamente el diésel, sufrirá fuertes recortes. Esta medida intenta justificarse por el elevado coste presupuestario de esos subsidios, unos 34.000 millones de dólares anuales, que además suponían un estímulo para la compra de vehículos de alta cilindrada y una invitación al comercio ilegal transfronterizo.

Las empresas indias se están incorporando a la lista de conglomerados mundiales con una mayor capitalización bursátil, 48 en 2000 y 62 en 2012. Silicon Valley se ha reproducido en Bangalore, también en Mysore, Hyderabad (llamada Cyberabad), o Gurgam, cerca de Delhi. Empresas tecnológicas como Infosys y Wipro están recuperando a muchos compatriotas instalados en Estados Unidos. Sin embargo, un 70 por cien de la población activa trabaja en la agricultura; la renta per cápita india, 1.490 dólares, es tres veces inferior a los 5.430 de China.

China ha sabido aprovechar mejor sus oportunidades, dice el premio Nobel de economía indio, Amartya Sen, mientras que otros colegas suyos oponsofen al modelo chino de producción industrial de baja tecnología sus empresas y sectores punta, como el software o la farmacia. Contra la pobreza y la exclusión se está combatiendo desde iniciativas privadas. Si la invención de los microcréditos tuvo lugar en Bangladesh con Muhammad Yunus como protagonista, la red de bancos rurales Grameen Bank ha tenido su principal desarrollo en India de la mano de los grupos de autoayuda. La fórmula de las microfinanzas ha sido acogida con entusiasmo en los foros internacionales comprometidos con la erradicación de la pobreza. Créditos que no llegaban a los lugares más alejados y que ahora son posibles a tipos de interés mucho más atractivos que los ofrecidos por el prestamista local. Un mecanismo financiero que la avaricia de los promotores y el desinterés de las autoridades han salpicado. Consecuencia: la quiebra del microcrédito en el Estado indio de Andhra Pradesh, la mayor conocida en el mundo de la microfinanza.

La Unión Europea es el principal socio comercial de India. En 2011 los intercambios mutuos totalizaron 80.000 millones de euros, por encima de los 74.000 millones de intercambios con China. La asociación estratégica UE-India, anunciada en 2004, debió haber culminado con la firma de un Tratado Bilateral de Libre Comercio, todavía en discusión, que rompería el estancamiento de las relaciones comerciales. El buen propósito europeo se diluye en los intereses particulares de los 27 Estados miembros de la UE. Por el lado indio los elevados aranceles para una serie de artículos manufacturados, automóvil e industria auxiliar, pero también vinos y bebidas alcohólicas –un “producto pecaminoso”– no facilitan el entendimiento. El sector servicios también plantea grandes restricciones a los intereses europeos. En efecto, el comercio minorista, cadenas de supermercados, ha encontrado siempre un fuerte rechazo. No hay que olvidar sus 18 millones de empleos en Bengala Occidental. Dificultades también para la implantación de bancos europeos, que deben cumplir los requisitos obligatorios de préstamos a ciertos sectores productivos o microempresas en áreas rurales donde las barreras idiomáticas parecen insalvables. India reclama a la UE un visado para sus ingenieros informáticos de manera que puedan circular libremente por el territorio de la Unión y establecer una residencia temporal con sus familias. Un complejo y sensible entramado político y social difícil de resolver y que explica la búsqueda por parte de India de nuevos mercados en América Latina y África, a la vez que intensifica la relación comercial con sus vecinos asiáticos.

Las nuevas medidas liberalizadoras van a tropezar con una formidable resistencia. El principal partido de la oposición, el Bharatiya Janata Party (BJP), conservador y partidario de la libertad económica, levantará todo su arsenal contra esta iniciativa del Partido del Congreso, más proclive a la intervención y presencia del Estado. Intentará boicotearla allí donde los intereses de los más desfavorecidos aparezcan comprometidos. Incluso los partidos que forman la coalición, concretamente el presidido por Mamata Banerjee, Didi, ha anunciado que retirará a sus ministros del gobierno. Dificultades a izquierda y derecha, aunque quede la profesión de fe en aquella profecía de John Stwart Mill “cualquiera que sean los otros cambios que la economía y la sociedad hayan de soportar, se está produciendo uno acerca del cual no cabe discusión. En los países que van a la cabeza en el mundo, y en todos los que entran en su esfera de influencia, hay un aumento de riqueza, generación tras generación, que se denomina y se denominará prosperidad”. También aquí, el éxito de las mujeres indias del “Sari Rosa” en su enfrentamiento contra los varones, la corrupción de los funcionarios del gobierno o las multinacionales que les roban el agua, acabará beneficiando el progreso económico.

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