Para incentivar a los gobiernos de la Unión Europea a gastar más en defensa, la Comisión Europea propuso en marzo hasta 150 000 millones de euros en préstamos de la UE para proyectos de adquisición conjunta (conocidos como SAFE, Security Action for Europe). La Comisión también propuso la activación de la denominada “cláusula de escape nacional” (NEC, por sus siglas en inglés), una desviación de las normas fiscales de la UE, que puede considerarse una cobertura legal para acceder a SAFE sin ser sancionado por incumplir las normas fiscales.
Debido a preocupaciones presupuestarias o preferencias nacionales, no todos los países de la UE están dispuestos a gastar más en defensa. Sin embargo, la adopción de SAFE y NEC por un número crítico de países podría ser un primer paso en la construcción de instrumentos realmente europeos. Asegurar una acogida suficiente podría depender de la posición de “países clave o pivote”, cuyas decisiones, para bien o para mal, determinarán la elección de los demás Estados miembros. Dos ejemplos ayudan a ilustrar este punto.
En primer lugar, entre 1992 y 1993, el Mecanismo de Tipos de Cambio Europeo (MTC), destinado a garantizar la estabilidad financiera como parte de la introducción del euro, se vio afectado por las crisis que afectaron a la lira italiana y a la libra esterlina, y posteriormente por las entradas masivas de capitales en el marco alemán como consecuencia del shock de demanda asociado a la reunificación alemana. Para proteger el MTC, Francia propuso en julio de 1993 una flotación unilateral del marco frente a todas las demás monedas del sistema monetario europeo.
El Gobierno neerlandés declaró inmediatamente que su moneda (el florín) seguiría la apreciación del marco. Según se informa, esta decisión desencadenó un dramático debate en el Gobierno belga durante el período de luto nacional tras la muerte del rey Balduino. El componente flamenco del Gobierno quería mantener la política del “franc fort”, que vinculaba el franco belga al marco y al florín, mientras que el componente francófono se inclinaba por el plan francés.
Luxemburgo influyó en este debate al amenazar, supuestamente, con rescindir el Tratado de Unión Económica entre Bélgica y Luxemburgo, que se había prorrogado por diez años en 1992, abandonando así su vinculación al franco belga. Finalmente, prevaleció la posición flamenca y, el 2 de agosto de 1993, se derrumbó el antiguo MTC. Las bandas de fluctuación se ampliaron a más y menos un 15 %. Bélgica había desempeñado un papel fundamental.
En segundo lugar, en la primavera de 2020, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) acordó poner en marcha un mecanismo de respuesta a la pandemia en respuesta a la crisis de la COVID-19. La iniciativa asignaba préstamos de hasta el 2 % del PIB de cada beneficiario potencial a tipos de interés muy favorables, sin introducir las condiciones macroeconómicas típicas de las intervenciones clásicas del MEDE. Pero este mecanismo no cumplió su objetivo.
El país clave en este caso fue Italia. Temiendo el estigma asociado a la financiación tradicional del MEDE como “rescate”, Italia rechazó las ventajas que habría obtenido con la utilización del mecanismo para la pandemia. Esta decisión influyó en las decisiones de los demás países de la zona del euro y el mecanismo quedó sin utilizar, hasta que finalmente quedó enterrado con la adopción del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia. En consecuencia, el MEDE siguió limitado a su función original de rescatar a los países afectados por crisis estructurales. Se podría argumentar que el fracaso de la iniciativa del MEDE frente a la pandemia impidió un uso más avanzado del MEDE en el futuro.
Entonces, ¿qué países son fundamentales para el éxito del SAFE y el NEC? En el caso del SAFE, el país clave podría ser Francia. Incluso con la actual situación internacional volátil (y las dificultades internas), la carga financiera de Francia solo se vería reducida marginalmente si la financiación europea sustituyera parte de la financiación nacional para nuevos proyectos de defensa. Por lo tanto, la demanda de SAFE por parte de Francia enviaría una señal clara a otros países de la UE. Incluso podría empujar a Alemania y a otros países con tipos de rendimiento de sus bonos inferiores a los de bonos europeos comparables a utilizar SAFE, sacrificando beneficios a corto plazo en favor de un compromiso europeo a largo plazo. Este resultado acercaría los bonos europeos al estatus de soberanos, mejorando sus condiciones de mercado y activando un círculo virtuoso.
En lo que respecta al NEC, el país clave parece ser España, que se muestra reacio al gasto en defensa y tiene un déficit público cercano, aunque inferior, al umbral del 3 % establecido por las normas fiscales de la UE. La decisión española de aprobar la activación del NEC sería una señal clara de que este puede ser un primer paso hacia la creación de instrumentos comunitarios más avanzados tanto para la defensa como para la competitividad.
El éxito del SAFE y del NEC no es la respuesta definitiva de la UE a las amenazas geopolíticas actuales. Los ministros de finanzas de la UE ya han debatido sobre un mecanismo europeo de defensa que podría considerarse una opción alternativa y más ambiciosa que el SAFE. Mientras tanto, la Comisión Europea ha instado a los países de la UE a solicitar el NEC antes de finales de abril. Para alcanzar una masa crítica de participación y reforzar el valor europeo de las dos iniciativas, es fundamental que los países clave den un paso al frente y adopten los dos instrumentos.
Artículo traducido del inglés de la web de Bruegel.