Editorial: Varias

La tentación autoritaria

Hoy, en el centenario del inició de la Marcha sobre Roma, una de las preguntas recurrentes en la política occidental es si ese proceso podría repetirse. En ‘Política Exterior’ hemos prestado una atención especial al regreso de los hombres fuertes a la política occidental y en esta entrega te traemos cinco lecturas imprescindibles sobre el tema.
Ramón González Férriz
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El 27 de octubre de 1922, hace un siglo exacto, se inició en Italia la llamada Marcha sobre Roma, una serie de manifestaciones y ocupaciones de calles, ferrocarriles y carreteras llevadas a cabo por los militantes del Partido Nacional Fascista. La gran exhibición de fuerza acabó con la llegada al poder de su líder, Benito Mussolini. Su ascenso tuvo lugar dentro de un marco democrático, pero, una vez en el poder, Mussolini procedió a desarmar la arquitectura liberal del Estado italiano e inició un ciclo de autoritarismos en Europa que siguió con el golpe de Estado de Primo de Rivera en España, el ascenso de Hitler en Alemania y, más tarde, la Guerra Civil española y el triunfo de Franco. Mientras tanto, el carácter autoritario y represivo de la Revolución rusa se hacía cada vez más evidente.

Hoy, cien años después, una de las preguntas recurrentes en la política occidental es si ese proceso podría repetirse. Las democracias actuales están mucho más asentadas que entonces, y la independencia de sus poderes es más sólida, pero aún así, en mitad de una nueva crisis del liberalismo, la tentación autoritaria sigue presente. Ello se ha reflejado en la aparición de incontables libros que reconstruyen los autoritarismos de hace un siglo, alertan sobre su posible regreso y trazan las condiciones en que eso podría suceder: para empezar, como ocurre en el caso estadounidense, con una vuelta de la violencia organizada con fines políticos y, como ha sucedido ya en varios países democráticos, mediante el desmantelamiento paulatino de los controles y los contrapesos por parte de gobiernos elegidos democráticamente.

En Política Exterior hemos prestado una atención especial al regreso de los hombres fuertes a la política occidental y hoy recogemos cinco reseñas que permiten observar el fenómeno en diferentes lugares y desde distintos puntos de vista. En primer lugar, la reseña de la inmensa reconstrucción novelística del auge de Mussolini que ha llevado a cabo Antonio Scurati en la trilogía titulada M. Y, después, las de ensayos sobre los regímenes autoritarios en América Latina, los paralelismos entre los hombres fuertes de ayer y de hoy, la posibilidad de una guerra civil en Estados Unidos y el ascenso al poder de Putin y sus excompañeros del KGB en Rusia.

Un siglo después de la Marcha sobre Roma, el regreso del autoritarismo es un hecho en países que hace no tanto eran democracias, pero este no es necesariamente el destino de las democracias liberales. Para evitar que lo sea conviene entenderlo bien y hacerle frente.

 

 

Así mueren las democracias

Por Manuel Arias Maldonado

Cuando se cumple un siglo de la célebre Marcha sobre Roma que catapultó al poder a Benito Mussolini y casi 80 años después del linchamiento que acabó con su vida en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, la victoria de Georgia Meloni en las últimas elecciones italianas ha reabierto el debate sobre la herencia política del fascismo y su actualidad. ¿Estamos ante la reaparición de los viejos fantasmas de la Europa de entreguerras, dominada por el malestar colectivo y definida por la adhesión de las masas a ideologías revolucionarias que prometían construir una sociedad mejor sobre las ruinas del liberalismo parlamentario? ¿De verdad corre peligro la democracia italiana? ¿O quizá estamos trazando analogías desviadas que prestan insuficiente atención a las diferencias que existen entre aquel contexto sociopolítico y el nuestro?

Para responder a estas preguntas puede ser de ayuda la monumental serie de novelas que el escritor napolitano Antonio Scurati ha dedicado a la trayectoria de Mussolini, todas ellas bajo el título genérico de M y cada una adornada con su correspondiente subtítulo: El hijo del siglo (2018) y El hombre de la providencia (2020) han sido ya publicadas en España con la impecable traducción de Carlos Gumpert, mientras que Los últimos días de Europa acaba de salir en Italia y estará en nuestras librerías en 2023

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América Latina, paraíso populista

Por Luis Esteban G. Manrique

En su último libro, Will Grant, veterano corresponsal de la BBC en Cuba, Venezuela y México y que ha visitado asiduamente casi todos los demás países en la región, aborda la marea rosa del “socialismo del siglo XXI”, eligiendo para ello algunas de sus figuras más representativas: Chávez, Rafael Correa, Lula da Silva, Evo Morales, Daniel Ortega y, con alguna incongruencia, Fidel Castro.

Grant traza sus semblanzas con un firme pulso narrativo que subraya cómo cada contexto nacional dio forma a sus personales proyectos políticos. Y afirma que los signos de exclamación del título podrían perfectamente sustituirse por interrogantes. Los muchos años que ha pasado recorriendo barrios, fábricas y cancillerías dan al texto una valiosa visión caleidoscópica de la región. Aunque la lista es incompleta y escorada a la izquierda, tiene lógica y, sobre todo, corrobora la tesis de que América Latina es un “paraíso populista”. Y un laboratorio político.

La inclusión de Castro tiene una explicación. Grant cree que sin él, indiscutido pater familias de la izquierda radical latinoamericana, ninguno de los otros habría existido. La Habana era La Meca a la que peregrinaban en búsqueda del Grial del poder perpetuo. Ortega y Nicolás Maduro terminaron acribillando a sus opositores en las calles. Cuando un líder político se convence de que encarna la voluntad popular, ya no tiene límites.

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El eterno retorno de los caudillos

Por Ramón González Férriz

En las últimas décadas, la figura del líder autoritario ha experimentado un auge en muchos sentidos inesperado. Desde entonces, politólogos, periodistas e intelectuales no han dejado de discutir si estas figuras son una continuación natural de los viejos líderes autoritarios surgidos durante los años veinte y treinta del siglo pasado o si son fenómenos distintos, propios de las democracias de nuestro tiempo y de los nuevos entornos mediáticos.

Hace unos meses se sumó a la discusión Ruth Ben-Ghiat, profesora de historia de la Universidad de Nueva York experta en la Italia fascista, con Strongmen. Mussolini to the Present, que se ubica claramente en la primera opción. Según ella, el autoritarismo no es solo un conjunto de ideas sobre la sociedad y la política, sino también un “estilo”. Y, según ella, todos los caudillos comparten ese “estilo”: “Desde Mussolini hasta Putin […] establecen una forma de gobierno personalista, que concentra un enorme poder en un individuo cuyos intereses políticos y financieros prevalecen sobre los nacionales”. Estos exigen a sus colaboradores más lealtad que conocimientos y capacidad, y utilizan la corrupción, además del miedo y la complicidad, para mantenerse en el poder.

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El debate sobre la violencia política en EEUU

Por Mariano Aguirre

Según estudios recientes, el número de armas (muchas de ellas de guerra) en manos de la población civil estadounidense supera el número de habitantes (390 millones). Institutos como Brookings y el Center for International and Strategic Studies (CISS) subrayan el peligro de estas milicias antigubernamentales. Crece, entre tanto, la alarma por las muertes violentas en escuelas y lugares públicos, que incrementan la percepción de inseguridad: ante cada asesinato masivo crece la venta de armamento.

Gran parte de la gente armada votó por Trump en las últimas elecciones (70 millones de votantes) y no cree que Biden haya ganado. Según diversas encuestas, un alto número de personas consideran que deben usar la violencia para salvar al país del “comunismo del Partido Demócrata”. Por eso se preparan para que ese supuesto fraude no se repita en 2022 y 2024, y por eso el Partido Republicano está imponiendo en numerosos estados restricciones al derecho al voto de negros y jóvenes y usa la intimidación para hacerse con el control de las mesas electorales. Los republicanos, además, se han aliado con las organizaciones más extremas que propugnan la agenda cristiana evangélica: los demócratas y liberales son considerados impíos que desafían las reglas divinas, convirtiendo la confrontación política en una guerra santa de identidades.

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El pasado de Rusia a los mandos de su futuro

Por Xavier Colás

Para los liberales que rodeaban a Yeltsin, Putin pareció lo suficientemente liberal. Ante los eternos servicios secretos, se mostró como uno de ellos, alguien que desde la cumbre se vengaría de la arrogancia aperturista de los noventa y restauraría el poder estatal. En la todopoderosa familia de Yeltsin lo consideraron lo que en Rusia llaman un brutalnie mushina, un hombre los suficientemente brutal para abrirse camino sin pactar con unos comunistas que querían meter a Yeltsin en la cárcel o unos chechenos que querían desgajar un territorio por las armas. Belton constata que, salvo los chekistas de toda la vida, todos fueron muy ingenuos. Incluso la entonces poderosa oposición parlamentaria, que pensó que alguien tan gris como Putin no duraría y por eso lo confirmó sin problemas como primer ministro. Han pasado 23 años desde aquel verano en el que Putin emergió como un líder. Hoy parece un presidente eterno y, sobre todo, un enemigo del aperturismo que antaño le franqueó el paso. Los periódicos informan estos días de síntomas.

Los rusos estaban escarmentados con el liberalismo, Putin cabalgó la subida de los precios del petróleo y ofreció libertades individuales con líneas rojas sólo en el ámbito político. Así llegamos al presente, ese lugar en el que siempre es demasiado tarde. Occidente ha pasado años pensando que era Rusia la que iba por detrás y que tal vez un día políticamente se pondría a su altura. Benton señala, en cambio, que ahora somos nosotros los que nos encontramos con una situación en la que los populistas llegan al poder y “todo se pone patas arriba”. Señalan el ejemplo de Putin y dicen: “Mirad, él ha engañado a todo el mundo, pero aun así ha tenido éxito político”.

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