El secretario general de Vietnam, To Lam, ha apostado su liderazgo en la promesa de una “era de auge nacional” transformadora, una nueva y audaz fase de desarrollo impulsada por la transformación digital, la reforma institucional, la expansión de las infraestructuras, el crecimiento ecológico y una mayor integración global.
Lam enmarca el periodo comprendido entre 2025 y 2030 como un “sprint decisivo“ que determinará si Vietnam puede sentar las bases fundamentales para su futuro económico. Para hacer realidad su visión, Lam ha elevado las ambiciones de crecimiento de Vietnam desde que asumió el poder en agosto de 2024.
El Gobierno vietnamita ha fijado un objetivo de crecimiento del PIB de al menos el 8 % para 2025, con planes de alcanzar un crecimiento de dos dígitos en los años siguientes. El crecimiento de dos dígitos es esencial para que Vietnam alcance los objetivos fijados por el XIII Congreso Nacional del Partido Comunista de Vietnam: alcanzar un nivel de ingresos medio-alto en 2030 y avanzar hacia un nivel de ingresos alto en 2045. Estos objetivos estratégicos nacionales serán revisados por el XIV Congreso Nacional a principios de 2026.
Para facilitar este ambicioso programa de crecimiento, Lam puso en marcha una “revolución institucional“, la reestructuración burocrática más profunda desde las reformas Doi Moi de 1986. Esta incluye la reducción de los organismos ministeriales de 22 a 17, la eliminación de capas administrativas redundantes y la supresión de aproximadamente 100 000 puestos de trabajo en el sector público. El objetivo es crear un aparato estatal más ágil y eficiente, capaz de tomar decisiones con mayor rapidez. Vietnam está a punto de reorganizar sus 63 provincias y municipios en 34, eliminar las operaciones a nivel de distrito y reducir el número de comunas como parte de una reforma administrativa más amplia.
Además de la racionalización administrativa, Vietnam también ha reactivado varios megaproyectos de infraestructura que se habían estancado. Entre ellos figuran una línea ferroviaria de alta velocidad norte-sur, con un costo de 67 000 millones de dólares, una conexión ferroviaria con China, con un costo de 8000 millones de dólares, dos centrales nucleares, con un costo estimado de 16 000 millones de dólares, y nuevos puertos de aguas profundas. Estos proyectos tienen por objeto eliminar los cuellos de botella logísticos que han obstaculizado el crecimiento económico, al tiempo que posicionan a Vietnam como un actor clave en el transporte regional.
La visión de Lam es que Vietnam sea una economía nacional impulsada por la tecnología. En diciembre de 2024, el Politburó publicó una resolución sobre ciencia y tecnología que supuso un gran avance, en la que se asignaba el 3 % del presupuesto nacional a la innovación y la transformación digital.
El propio Lam preside el Comité Central de Dirección para el Desarrollo Científico y Tecnológico. La economía del país ya ha comenzado a pasar de la fabricación de baja tecnología a industrias de mayor valor, asegurándose inversiones de gigantes tecnológicos mundiales como Nvidia, Samsung, Foxconn, Google y Meta.
El rápido ascenso económico de Vietnam dependerá de su capacidad para gestionar su creciente red de 12 socios estratégicos integrales. A pesar de las recientes turbulencias políticas internas, Vietnam se mantiene firme en su “diplomacia del bambú“, que consiste en adaptarse a los “vientos geopolíticos sin romperse”. Esto le ha permitido profundizar simultáneamente sus lazos con las principales potencias rivales, a pesar de la creciente presión para que elija bando.
La gran visión de Lam se enfrenta a retos formidables. La reestructuración de las unidades administrativas conlleva riesgos de implementación debido al ajustado calendario de la reforma, y existe la preocupación de que la reestructuración burocrática pueda perturbar la gobernanza y paralizar la toma de decisiones.
La carga financiera de los megaproyectos simultáneos supone una enorme presión para el presupuesto nacional, lo que plantea dudas sobre la viabilidad económica, los posibles sobrecostes y los retrasos. Estas preocupaciones no son infundadas: la historia de Vietnam con los proyectos de metro urbano, como el metro de Hanói y la línea 1 del metro de Ciudad Ho Chi Minh, sirve de advertencia sobre los prolongados contratiempos y el aumento de los gastos.
Las vulnerabilidades medioambientales complican aún más el camino a seguir por Vietnam, ya que el país se enfrenta a una alta exposición al cambio climático y al empeoramiento de la contaminación urbana. En enero de 2025, la capital de Vietnam, Hanoi, fue clasificada como la ciudad más contaminada del mundo, como resultado del díficil balance entre una rápida industrialización y la sostenibilidad medioambiental.
Los elevados aranceles recíprocos del 46 %, a pesar de los esfuerzos concertados de Hanoi por apaciguar a la Administración Trump mediante concesiones económicas y compromiso diplomático, tomaron por sorpresa a los dirigentes vietnamitas. Los aranceles amenazan especialmente a la economía vietnamita, impulsada por las exportaciones, ya que Estados Unidos es el mayor mercado de exportación de Vietnam. Estos, podrían descarrilar el objetivo de crecimiento de Vietnam para 2025.
La visita de Xi Jinping a Vietnam en abril de 2025, en medio de las amenazas arancelarias de Trump, fue una prueba de fuego para la capacidad de Vietnam de equilibrar las relaciones entre las grandes potencias. Xi instó a Hanói a colaborar con Pekín para oponerse al “acoso unilateral” y al “proteccionismo” de Washington. Trump calificó el viaje de Xi como un intento de “fastidiar” a Estados Unidos, una percepción que podría socavar las negociaciones arancelarias de Vietnam. Sin embargo, la profundización de los lazos económicos y de infraestructura con China es esencial para que To Lam pueda hacer realidad sus propias ambiciones.
La diplomacia del bambú de Vietnam se ha enfrentado a vientos en contra sin precedentes a medida que aumentan las tensiones geopolíticas, se fracturan las cadenas de suministro mundiales y proliferan las crisis internacionales. Consciente de este panorama cambiante, Lam sincronizó el periodo de aceleración de Vietnam con lo que él denomina “el periodo más importante para establecer un nuevo orden mundial”. Pero este nuevo orden mundial parece que va a ser inestable y volátil. Los acontecimientos de los años previos a la guerra comercial mundial que se avecina en 2025 han demostrado que el sistema multilateral basado en normas que ha facilitado el auge económico de Vietnam se está erosionando, dando paso a un mundo en el que el poder hace la ley.
Los próximos cinco años serán decisivos para la trayectoria de desarrollo de Vietnam. Podría consolidarse la posición de Vietnam como la próxima potencia económica de Asia, lo que permitiría a la nación escapar de la trampa del ingreso medio que ha atenazado a muchas economías en desarrollo. Para lograrlo, será necesario equilibrar prioridades contrapuestas: fomentar la estabilidad política al tiempo que se impulsa un cambio rápido, consolidar la autoridad sin frenar la innovación y perseguir el crecimiento económico al tiempo que se abordan los retos medioambientales. La capacidad de Vietnam para gestionar estas presiones y salvaguardar al mismo tiempo su autonomía estratégica será crucial para definir su ascenso en la escena mundial.
Artículo traducido del inglés de la web de East Asia Forum (EAF).